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Cesáreo de los Santos | Antonio "er Chichi". El bar y el elefante. La esquina El Cuerno

Eran muy señalados los días de La Cruz antiguamente en El Viso. Se celebraban en la Plaza de la Recovera y calles aledañas. Venían al pueblo la gente del campo, regresaban los que por distintos motivos habían tenido que emigrar. Nos visitaban muchos forasteros. Estreno de ropa, mucha música de la banda municipal, innumerables puesto de turrón, cacharritos, instalación de una Cruz, bares y terrazas remozados, las casas acicaladas y la instalación de un circo en el Huerto Ramón del Pinar (actual Parque de la Constitución).



Era un atractivo de la chiquillada ver los animales, los artistas y trabajadores del circo. Usaba la estrategia para motivar a presenciar el espectáculo, pasear algunos de los animales del espectáculo por el pueblo. Sacaron un elefante enorme para lavarlo en la cercana toma de agua que había en la calle feria. Hete aquí que se asombró el elefante y en su estampida se metió en el Bar Chichi, que más tarde fue el Consultorio del pueblo y actualmente la oficina del Banco Bilbao.

Entró por la puerta del bar de la calle Feria agachándose porque no cabía por la misma y salió por la otra de la carretera en cuya acera habían construido un sombrajo de palmas con ocasión de las fiestas. Se ve que estaba bien amaestrado. No se comportó como un elefante en una cacharrería. Tuvo tal habilidad el animal, que no hizo ningún destrozo, ante la perplejidad de los que estaban, tanto fuera como dentro del bar. Esta anécdota y curiosidades me las ha contado Antonio "er Chichi". Todo un visueño de pro. A sus 80 años es un pozo de sabiduría y un auténtico ingeniero.



Nació detrás de un mostrador, en el pinichi que tenía su padre en la calle Lo Cerro esquina con calle La Palma y hasta su jubilación ha ejercido de tabernero, aunque a veces tuvo que trabajar de camionero o albañil. Es el tercero de cuatro hermanos. Manolo, Juan, él y Carmen casada con el Chico Candil. Heredan el apodo de su padre Manué er Chichi, que cuando pequeño era muy chico y endeble y le decían: "Y el chichi éste" y se le quedó. Estirpe genuina de El Viso, su abuelo era Juan 'Mané'. Uno de sus hijos llamado y apodado igual que él, fue vilmente fusilado con otros presos políticos de nuestro pueblo a comienzos de la cruenta guerra civil.

Su padre en 1948 arrendó a Ramón del Pinar, el local en la esquina de la confluencia de la carretera con la las calles Feria y La Muela (Plaza de la Recovera), hasta entonces Café El Cuerno. El establecimiento no tenía buen fario y todos los que lo arrendaban duraban poco, los últimos fueron Pepe de la Cristobalina casado con Nati, hermana de mi padre Pepe Cesáreo y un Calderita que era talabartero, los cuales llevaron a cabo el último traspaso. El negocio cambió de nombre tomando el de Bar Chichi desde 1948. A los pocos años adquirieron la propiedad del mismo.



A finales de la década de los cincuenta del siglo pasado ampliaron el bar comprando el local de al lado a José el Cano. Lo que un principio fue un préstamo del local a cambio de un "blanqueao" con motivo de las fiestas de La Cruz se convirtió en una compra. Bar emblemático de nuestro pueblo, era frecuentado por "correores" como Farina, Retire, Chorro padre y Chorro hijo, Quirós, El Colegial y otros. Entre sus paredes se hicieron muchos tratos de compra-venta de tierras, casas, granos o ganado. Tenía billares y mesas para jugar a las cartas o al dominó.

Prototipo de visueño emprendedor e imaginativo Antonio "er Chichi" es todo un manitas. Visitar su cochera es todo una gozada. Artilugios de todo tipo. Herramientas como: afiladores, cortadoras, lijadoras y taladradoras hechas por él. Cañas para coger higos, limones u otras frutas... Recogedor de caracoles a distancia... Bastón imantado para coger objetos metálicos muy pesados...Calzador de calcetines, etcétera. De todos sus inventos destacan las dos máquinas de aceitunas, una para partirlas y otra para rayarlas. Son auténticas obras de ingeniería.



Antonio 'er Chichi', es buena persona, educada, amable, servicial y respetuosa. Se toma todos los días una cervecita. Si entabla conversación con el que está al lado, lo invita. Agradecer a Antonio que el día que me contó un poco de su vida y me enseñó el taller de su cochera, hizo una excepción y en vez de una, se tomó dos cervecitas en el bar Sansón.

Con admiración y respeto le dedico éste, mi pequeño homenaje.

CESÁREO DE LOS SANTOS
FOTOGRAFÍAS: EL VISO EN LA MEMORIA

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