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Cesáreo de los Santos | Juan José Morillo Talavera 'el Chiri', mi amigo

Hoy día 5 de marzo es el cabo año de mi compare 'el Chiri'. Se fue hace hoy justo 6 años.



Le venía el mote de su hermano mayor, que cuando pequeño jugando a los pistoleros, decía que él era el Chiri por el Sheriff.

Una enorme tristeza me embarga cada vez que me acuerdo de mi mejor amigo: Juan José Morillo Talavera 'el Chiri'. El máldito cáncer se lo llevó con tan sólo 58 años. !Con lo que disfrutaba de la vida!.

Nos conocimos de pequeños en la escuela don Pedro. Teníamos la misma edad pero no tuvimos las mismas oportunidades. Mientras yo iba a clase, él faltaba. Tenía que trabajar. Desde muy chico se iba con su familia a las tareas. Cogían las aceitunas en Mogollón. Sin terminar la escolaridad estuvo de aprendiz, con su amigo inseparable Joaquín “Garrapa”, en una panadería. De mozalbete estuvo de camarero en el bar Santa Cruz, esquina calle Lo Cerro con calle Capita. Recuerdo cuando me contó que un día que se quedó solo en el bar, 'Esmayao perdio' se comió una lata de caballa casi entera, que tenían abierta para tapas y cuando llegó el amo y le preguntó que había pasado, asustado se echó a llorar. Después estuvo de albañil, en el campo y en un polvero en Sevilla para acabar de autónomo del mármol. Toda su vida trabajando.

Estuvimos siempre, en la misma "reunión" de amigos (pandilla). Participamos en varios campamentos de la OJE juntos. Le gustaba provocar. El cabreo que cogían algunos compañeros de camareta, en un albergue en Marbella cuando se negaba a hacer la cama y se la tenía que hacer yo, que era el jefe de la escuadra. Recuerdos entrañables del Camino de Santiago que recorrimos en 1970. Hicimos muchas carrozas para la Romería. La misma caseta de La Cruz. Qué buenos ratos echamos en Navidades. En todas las celebraciones, terminábamos siempre cantando. El muy bien y yo como los perros. Los dos fuimos socios del Sevilla F. C. y asistíamos juntos, con otros amigos a los partidos. Le propuse que se inscribiera conmigo a un curso de baile. Lo hizo y me reprochó muchas veces que la idea fue mía y luego él siguió y yo lo dejé.



Coincidimos en el Muriano de reclutas. Cuando se casó con Paqui, que suerte tuvo con ella; una mujer como la copa de un pino, fuerte y luchadora. Paqui me recuerda a aquellas visueñas recoveras de la posguerra española, que viudas se echaron el canasto al brazo y sacaron adelante a sus familias. Ella siempre fue el bastión donde se apoyaba. Como decía, cuando se casaron fui yo el que los llevé a la iglesia en el coche de mi padre. Recién casados vivimos en el mismo bloque. Nos apuntamos en la Cooperativa de Viviendas para tener nuestra propia casa en la misma fase.

Prototipo visueño: espíritu de superación, optimista, emprendedor, dicharachero, simpático con desparpajo y buscavidas. La vida le curtió. Valoraba como Sancho Panza las cosas materiales que tanto le costaba conseguir. Dejó entre sus amigos frases lapidarias: "Si un cargao no te da ná que te pue da un pelao". "Éste es el país de los inútiles".

Coincidíamos en muchas cosas, pero también había algunas que nos separaban. No teníamos las mismas ideas, ni los mismos intereses. No teníamos la misma escala de valores. Éramos diferentes pero amigos de verdad. Me consta que dio la cara por mí, cuando en alguna ocasión alguien hacía un comentario en contra de mi persona.

Recuerdo las rondas por los bares de El Viso, en que todos los sábados íbamos a tomar una copa con otros amigos. En el año los repasamos todos varias veces. Era nuestra particular ruta gastronómica. Las partidas de dominó y de cartas en el bar Cuba. Las horas se convertían en minutos. Teníamos, lo que hoy se dice, química, feeling.



Fue un luchador nato, con un gran espíritu de superación. Nadie le regaló nada. Aún recuerdo como me contaba que le agradecía mucho al banco el apoyo que le mostraba. Así consiguió su primer coche; un mini amarillo , su pequeña nave en el Huerto Manolo Cadenas dónde empezó su carrera de empresario del mármol, su casa, sus máquinas, su furgoneta, su taller de mármol en La Trocha. Todo ello pagando unos intereses de más del 20%. Todo lo tuvo que conseguir abonando dos veces lo que adquiría.

La vida le dio fuerte. Su infancia y adolescencia con carencias, los comienzos de empresario autónomo fueron difíciles, la meningitis de mi ahijado, el accidente de la vigueta que le partió la pierna, el acoso del ayuntamiento de Mairena con la nave de La Trocha, etc. Cómo Ave Fénix siempre emergía, pero… no pudo superar la maldita enfermedad.

Dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad. Cada vez que "nos jartábamos" con otros amigos, cuando “cogíamos la moña”, nos abrazaba y nos decía, llorando, que nos quería mucho.

Le gustaba bailar. Era asiduo de discotecas, salas de baile y casetas de feria. También le encantaba hacer cruceros, con lo poco que me gusta a mí. Hizo varios, yo ninguno. Aunque siempre le prometí que iríamos con ellos alguna vez. Esa vez, maldita sea, nunca llegó.



Echo mucho de menos los ratos que echábamos tomando una copa y nos levantábamos la moral valorando lo que nos contábamos.

Allá dónde esté, si está en alguna parte, sabrá que siempre fue mi mejor amigo y que nunca lo olvidaré.

CESÁREO DE LOS SANTOS