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José Ángel Campillo | El Rincón del Pilar

Continuando con los rincones de nuestro pueblo, toca hoy hablar de uno de los más conocidos y señeros, “el rincón del pilar”, espacio que afortunadamente conserva el elemento que lo identifica. Este bello rincón está situado en el corazón de nuestro pueblo, y podemos afirmar categóricamente que en torno a este espacio nació lo que hoy conocemos como El Viso, pues hay elementos que lo demuestran.



En primer lugar, tenemos que hablar del camino Real que viene desde Carmona en dirección a Sevilla, este camino no era otro que las actuales calles Carmona, Albaicín, traseras del actual Ayuntamiento, Real, Feria y Juan Bautista. En este camino Real, de origen prerromano, va a surgir una torre defensiva cuya función no va a ser otra que la de custodiar el camino, y muy posiblemente el manantial o fuente de agua que surge en sus aledaños, y que alimentaba el pilar. Podemos observar como hay una total sincronía entre la custodia del camino y del agua, elemento fundamental.

En época romana podemos hablar de la aparición de una “mutatio”, o lugar en el que se produce el cambio o refresco de caballos, surgiendo unas edificaciones cuya importancia y perímetro no podemos cuantificar al no existir cata arqueológica alguna, no podemos cuantificar.

Es en la Edad Media, en torno al siglo XIII, una vez que estas tierras han sido incorporadas a la corona de Castilla, y el territorio forma parte de la llamada “banda morisca”, cuando nos vamos a encontrar con una serie de torres, que no castillo, cuya misión va a ser la de defender el camino, el manantial y pilar, a la par que servir como torre o torres de intercomunicación con otras , siendo su objetivo fundamental comunicar el castillo de Alcalá con la impresionante e inexpugnable fortaleza que es Carmona. En este contexto de continuos ataques de los musulmanes a la zona, las torres jugarán un papel fundamental en la defensa del territorio, a la par que servirá para fijar pequeños núcleos poblacionales que surgen en torno a las mismas, y que las van a utilizar como refugio ante posibles ataques.

En el siglo XV, cuando nuestro pueblo se constituye como Ayuntamiento con plena independencia de Carmona, y el territorio es donado por el rey a Juan Arias de Saavedra, asistimos a un replanteamiento de la importancia estratégica del lugar, y por distintos motivos:

- En primer lugar, porque la frontera está muy lejos, no hay peligro de ataques.

- En segundo lugar, porque en torno a las torres que había en lo que actualmente es Ayuntamiento e iglesia Conventual, que podrían oscilar entre dos y tres, se va a construir una edificación que las va a incorporar. Estamos ante lo que en algún que otro documento nos aparece como “castillo” o “castillos”, y que no será más que el germen de lo que hemos llamado durante años como “el palacio”, un caserón que va a sufrir, con el correr de los siglos, un proceso de transformación, llegando a su momento cumbre en la segunda mitad del siglo XVIII.

Las primeras referencias documentales que tenemos sobre la fuente-pilar- lavaderos-alberca (todo gira en torno al agua), las encontramos en las Actas Capitulares de 1564, pero cuya fecha de ejecución podemos remontar a cien años atrás. En este documento, de vital importancia para conocer aspectos del devenir diario de nuestro pueblo en la Edad Moderna, encontramos referencias claras a este bello espacio que era completado por el lavadero de la huerta del Concejo, conocida como “de Abajo”.

En esta época (siglos XV-XVI-XVII) la calle Conde del Castellar será el lugar por el que se accede a la casa-palacio, estando situada su entrada junto al pilar, en lo que hoy sería la entrada al aparcamiento subterráneo del Ayuntamiento, quedando inservible la entrada que había entre las dos torres medievales porque el acceso se cierra con la aparición de lo que se llaman caballerizas del señor Conde, y que en la actualidad es la casa número 4 de la calle Conde del Castellar, casa que tiene su continuación en espacio a modo de callejón, hoy muy estrecho que desemboca en la entrada de la calle San Pedro Nolasco, calle que nace en 1973, pues hasta entonces la zona era conocida como “el barranco”.

El gran cambio se produce en torno a la segunda mitad del siglo XVIII, período en el que la casa-palacio e va a ampliar ocupando parte de la calle, circunstancia que va a provocar un estrangulamiento en la entrada de la calle Convento, creando el bello rincón que conocemos como “rincón del Convento”, inexistente hasta estos momentos. Esta ampliación del espacio construido va a hacer que se produzca una clara diferenciación entre lo que podemos denominar como “zona noble”, cuyo acceso se va a producir ahora por la que conocemos como plaza del Sacristán Guerrero y la “zona de campo” a la que se va a acceder por la calle Conde del Castellar, produciéndose de esta manera una clara diferenciación espacial dentro del edificio.

El derribo del edificio en los años ochenta del pasado siglo va a generar la aparición de un espacio, de un gran espacio, muy solicitado, y en el que se idearon distintas edificaciones. Felizmente se construyó lo que actualmente es nuestro Ayuntamiento.

JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO


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