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Marco Antonio Campillo | La bella y la bestia del 25 N

¿Cuántas veces te ha hecho callar? / ¿Cuánto tiempo crees que aguantarás? / ¿Cuántas lágrimas vas a guardar en tu vaso de cristal? / Si tienes miedo, si estás sufriendo / tienes que gritar y salir, salir corriendo” (AMARAL)



Según la actual Ley Integral Contra la Violencia de Género, esta se define como toda violencia física y psicológica, amenazas, coacciones, privación de la libertad y agresiones contra la libertad sexual basados en la desigualdad y que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo.

La violencia hacia la mujer no es un fenómeno nuevo, ya que tiene un origen histórico en el sistema patriarcal y androcéntrico. En cambio, su reconocimiento, visualización y el paso de ser considerada de una cuestión privada a un problema social, sí es relativamente reciente.

La actitud masculina respecto a la mujer siempre ha sido ambivalente y contradictoria, oscilando desde una profunda admiración hasta la repulsión más absoluta. Desde la edad de piedra, la mujer ha sido la diosa de la fecundidad, germen de la vida, e imagen de una naturaleza inagotable y regeneradora; en la Grecia clásica, era Atenea, la diosa de la sabiduría; los pueblos mediterráneos son esencialmente marianos, siendo la Virgen María nuestra Madre y la reencarnación de la bondad suprema. Sin embargo, esta adoración del hombre por la mujer a lo largo de la historia ha sido contrarrestada por un miedo enfermizo hacia el otro sexo, particularmente en las sociedades patriarcales. En este sentido, el culto a las diosas-madres es el de la fecundidad, pero la tierra madre es considerada, al mismo tiempo, el reino de los difuntos. La diosa es cáliz de la vida y de la muerte, de la luz y de las tinieblas. La mujer ha sido acusada por el hombre de haber introducido en la tierra el pecado, la desgracia y la muerte, personificadas bajo la faz de Eva o Pandora.

Esa imagen negativa y subordinada de la mujer se ha mantenido en España hasta el siglo XX, cuando empiezan a cambiar las cosas de forma lenta, muy lenta, y paulatina. Aportemos algunos datos: En 1910 se autoriza, por primera vez, el acceso de la mujer a la Universidad. En 1918 se permite su acceso a la función pública. Pese a estos antecedentes, es la proclamación de la II República la que instaura reformas más profundas en este sentido: reconocimiento a la mujer de su derecho al voto y un inicio de la equiparación jurídica entre el hombre y la mujer. Sin embargo, estos avances supusieron un canto del cisne y el franquismo supuso la vuelta a las situaciones anteriores.

El florecimiento de la primavera democrática y la aprobación de la Constitución de 1978 suponen un avance significativo y progresivo para la consecución de la plena igualdad social y jurídica. Diversas reformas jurídicas, desde 1975, impulsan el continuar caminando en el trayecto de la igualdad.

En la actualidad, la mujer ha conseguido, en gran medida, la igualdad jurídica en el plano formal, aunque no se ha logrado la igualdad real y el reparto igualitario de papeles entre los sexos.

Vinculada a esta permanencia de algunas formas de discriminación aún no superadas, se puede explicar la presencia en nuestra sociedad de principios de milenio de la intolerable existencia de la Violencia de Género ejercida contra la mujer.

Este tipo de violencia no es un fenómeno nuevo en Los Alcores. Como botón de muestra, expondré un caso, a modo de ejemplo:

- “Pedro Martínez Rubio-vecino de Alcalá de Guadaira en la collación de Santiago- declara que por cuanto Inés Fernández, hija de Pedro Martín, molinero difunto, y de Constanza Fernández- vecina de esta misma villa en la collación de San Sebastián- está huida y fuera de su casa por temor y miedo que a él le tiene, se obliga a que si la dicha Leonor Fernández regresa a su casa, no le volverá a hacer daño alguno” (Alcalá de Guadaira, 31 de agosto de 1510).

La violencia de género, pues, es ancestral, pero, en una sociedad moderna, no tiene cabida, y debe cesar. ¡Esperemos ver en la raya cercana del horizonte el ocaso de esta lacra!

“Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para ti que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo. Hoy vas a hacer reír porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto… hoy vas a conseguir reírte hasta de ti y ver que lo has logrado oh…” (BEBE).

MARCO ANTONIO CAMPILLO

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