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Santiago Martín Gallo | ODS y agricultores

El consumo y la producción sostenible consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos con buenas condiciones laborales Y justamente remunerados.



Todo ello se traduce en una mejor calidad de vida para todos, y además, ayuda a lograr que se rebajen costes económicos, ambientales y sociales que aumenten la competitividad y que reduzcan la pobreza. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12 es uno de los más transversales de la Agenda 2030 y, también, uno de los más importantes para los países más desarrollados, ya que persigue una transición de los modelos económicos, productivos y de consumo hacia la sostenibilidad.

El objetivo del consumo y de la producción sostenible es hacer más y mejores cosas con menos recursos. Se trata de generar ganancias netas de las actividades económicas mediante la reducción de la utilización de los recursos, la degradación y la contaminación, logrando al mismo tiempo una mejor calidad de vida.

Este ODS promueve la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales, busca reducir la generación de residuos y el desperdicio de alimentos, y fomentar la gestión ecológicamente racional de los productos químicos. Asimismo, aspira a estimular la implementación de prácticas sostenibles en empresas y el acceso universal a información sobre estilos de vida en armonía con la naturaleza.

Se necesita, además, adoptar un enfoque sistémico y lograr la cooperación entre los participantes, desde el productor hasta el consumidor final para poder alcanzar el Objetivo. Consiste, pues, en sensibilizar a los consumidores mediante la educación sobre los modos de vida sostenibles, facilitándole información adecuada.

Algunos datos nos muestran la necesidad de tomar actitudes de cambio de hábitos de vida para poder preservar el planeta. Estos cambios deben ser parte de un programa permanente de sensibilización para la implementación de los ODS en cada uno de los barrios, de los pueblos, de las ciudades o megaciudades, y de herramientas, tanto físicas como financieras, por parte de las autoridades nacionales, autonómicas y locales para que los ciudadanos puedan avanzar en la implementación de la Agenda 2030.

Por ejemplo, el uso excesivo de agua contribuye a su escasez a nivel mundial, a pesar de que el agua nos la regala la propia naturaleza, aunque no es infinita. Por otro lado, la infraestructura necesaria para gestionarla es cara.

Los agricultores saben que los impactos ambientales más graves en los alimentos se producen en la fase de producción (cultivo y procesamiento de los alimentos) y, por otro lado, sabemos que los hogares influyen en estos impactos a través de sus hábitos y elecciones dietéticas. Esto, en consecuencia, afecta al medio ambiente a través del consumo de energía relacionada con los alimentos y residuos. Así de simple, pero pocos ciudadanos se paran a pensar en este hábito.

Una cifra preocupante para el sector agrícola y para la reducción de la pobreza es que cada año se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos, equivalentes a 1.300 millones de toneladas por valor de 1.000 millones de dólares,termina pudriéndose en los contenedores de los consumidores y minoristas, o se estropea debido a las malas prácticas de transporte o de cosecha.

Y más grave es que, de continuar con los mismos hábitos de producción y consumo, la degradación de la tierra, la disminución de la fertilidad del suelo, el uso insosntenible del agua, la sobrepesca y la degradación del medio marino estarán disminuyendo la capacidad de la base de los recursos naturales para suministrar alimentos.

Los agricultores han ido tomando conciencia, a lo largo de los últimos años, de que deben ser protagonistas del cambio hacia la sostenibilidad y que esta senda dirigida ahora por la Agenda 2030 lleva implícitas nuevas oportunidades que deben ser aprovechadas para el desarrollo de actividad económica y de generación de empleo en el sector rural, en toda la cadena productiva.

Otro de los actores fundamentales en la consecución del ODS 12 son los consumidores, los ciudadanos, sin dejar a nadie atrás. Los datos del Panel de Cuantificación del Desperdicio Alimentario en los hogares españoles indican que en los hogares se desperdician 1.229, 5 millones de kilos al año, lo cual supone una media de 23,6 millones de kilos a la semana: el 4,3 por ciento de lo comprado.

De estos alimentos desperdiciados, un 87,5 por ciento fueron productos sin elaborar que se arrojaron al cubo de la basura tal como se compraron, y el 12,5 por ciento se corresponde con recetas cocinadas por el propio hogar, sobras desechadas directamente desde el plato o después de un tiempo guardadas en la nevera.

Estas cifras indican una reducción del 4 por ciento del volumen de desperdicio en relación con los primeros datos recogidos en 2015, lo cual es prometedor, pero hay que seguir trabajando para alcanzar los objetivos del ODS 12. Además, estos datos hacen fundamental proporcionar información al consumidor para que, con sus decisiones, favorezca los cambios en los sectores productivos.

Supone un reto importante introducir en los currículos educativos todos los aspectos relacionados con la sostenibilidad y las formas de producción y consumo sostenible. En este campo es importante introducir estos aspectos también en la formación profesional y en la formación continua de los trabajadores y de los autónomos en España, que son la base del capital social de la economía de este país.

En el ámbito municipal, el reto es también avanzar y mejorar la gestión de estos residuos, integrando estas políticas y medidas en las estrategias de economía circular, lo que obliga a los nuevos alcaldes y presidentes de Comunidades a actualizar e innovar en la gestión de las ciudades, teniendo como hoja de ruta la Agenda 2030 y el Desarrollo Sostenible.

Entre las metas del ODS 12 que afectan de forma directa al trabajo en las zonas rurales de Andalucía, España y de todo el mundo, podemos considerar muy importantes y fundamentales para trabajar por ellos los que abordan temas o propuestas de metas con una fecha concreta para ser cumplidos. Por eso se llaman "metas":

De aquí a 2030, lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales y reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.

De aquí a 2020, lograr la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, de conformidad con los marcos internacionales convenidos, y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente.

De aquí a 2030, reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización y asegurar que las personas de todo el mundo tengan la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza.

Elaborar y aplicar instrumentos para vigilar los efectos en el desarrollo sostenible, a fin de lograr un turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales.

Esta meta deja de manifiesto de forma clara la relación entre los productos locales, que son la base del desarrollo local de los municipios rurales y la agricultura, con la consecuente creación de empleos, sean autónomos o contratados por empresas del sector rural, que es el motor de la economía de muchas regiones en España, como Andalucía y Extremadura, por citar solo dos ejemplos.

Por ello es fundamental la divulgación para lograr un turismo sostenible que promueva los productos locales para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y fortalecer la política de poblamiento y transición ecológica para una economía sostenible y circular.

El sector rural de Andalucía y de España es la base del sistema productivo y de la mayoría de los municipios de este país. Es necesario que la Agenda 2030 llegue de la mano de los actores territoriales para mejorar la sostenibilidad de los productos y de los servicios, además de mantener y generar nuevos empleos dignos y de calidad, a la par que sostenibles, que incorporen a los jóvenes y a las mujeres en las actividades económicas locales

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sus metas y los indicadores, son una hoja de ruta y un camino en el que podemos trabajar, de forma transparente y participativa, las necesidades de las personas, de los ciudadanos y luchar para la implementación de políticas públicas, subvenciones y ayudas para la Localización de la Agenda 2030.

Los ODS representan una agenda positiva y activa en muchos países en el mundo y, en el caso de España, lo son cada día más en todos los niveles de gobierno y en diferentes sectores de la gobernanza. Además, en Europa lo será en los próximos dos años de forma más acentuada, gracias a la designación del nuevo Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, un profundo defensor de la Agenda 2030.

SANTIAGO MARTÍN GALLO
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