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María Jesús Sánchez | Alegría

Me siento alegre cuando duermo bien; cuando me levanto y la realidad no pesa; cuando los árboles vuelven a ser tridimensionales y la naturaleza se abre paso entre las tinieblas de mi mente haciéndome ver que solo eran malos pensamientos. Pensamientos que me atrapan y me meten en un agujero excavado en una tierra oscura.



Me siento alegre cuando me levanto con ganas de caminar, de hablar, de ser yo misma sin hipotéticos escenarios tenebrosos. Es la alegría de vivir, de contemplar todo sin deseos u objetivos: hablar con la gente, ver pasar el río, contemplar las nubes sin prisas y carreras. Todo se para y todo tiene sentido.

Estudiar tanto y relacionarme poco a veces me vuelve demasiado introspectiva. Nadie que no haya estudiado unas oposiciones no sabe lo duro que es vivir por páginas y con un fin que nunca llega. La mente solo se centra en estudiar para aprobar y lo demás no existe. Pero a veces me pregunto: "¿Qué pasaría, Marta, si mañana desapareces? ¿Para qué estudias? Es el yin y el yang de mi existencia: el ahora o el futuro.

Pero es que si solo vivo el ahora, ¿cómo llego a tener un un futuro, una estabilidad? El equilibrio entre planificar y no desperdiciar el momento presente me vuelve loca a ratos. Sé que tengo que mirar al horizonte y soltar este agarre que tengo de querer estar en todas partes y controlar todos mis sentimientos. Me encanta cuando confío en la vida y me dejo llevar, cuando me veo como un ser humano que no controla nada. Ahí me inundo de alegría porque esa sí que es la realidad, la de verdad.

Se acerca la fecha del examen y encontrar la calma en la centrifugadora de mi cabeza es difícil, pero mi esencia siempre busca la paz, la tranquilidad que te deja quietos los pensamientos y solo te quedan los sentidos para percibir los cambios de todo lo que te rodea. El camino es abrupto pero estoy segura de que mi mente alegre encontrará el sendero que lleva al abandono y a esa deseada calma.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ