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María José Cortés | Masterchef hace estragos

El mercado no está bien, dicen, ni la calidad ni la cantidad. Una noche más, una de mis fuentes de información, decidió salir con la fe de encontrar cambio en la oferta, y con la poca esperanza de que así fuese. Y dice que encontró mucho salmón marinado, graso para dietas femeninas e idóneo para el paladar de otros ellos. Boquerón del estrecho, que es bueno en calidad, pero de costumbres distintas y extendidas a los nacionales. Gambas a dos aguas cuya apariencia puede confundir. Doradas y lubinas de piscifactorías, idénticas en tamaño y forma y tan pendientes de sí mismas que olvidan a sus semejantes y pulpitos de grandes superficies con tantas lunas como el cuerpo aguante.



Ante esta dificultad y cuando ya pensaba volver a casa y posiblemente cambiar el menú, pareció encontrar un ejemplar que podía cumplir expectativas. Se acercó para tantear el terreno y aun con la duda en su paladar, se atrevió a ofertar.

-Me lo llevo y voy pensando en el camino como cocinarlo.

En ese camino hacia un destino ilusionante y cierto, miraba esos ojillos que alguna vez dijeron algo, observaba ese brillo imaginario de recién pescado, y mientras, iba imaginando emocionada como podía ser el resultado final en su mesa.

En realidad, creó unas expectativas elevadas. No era la primera vez que le ocurría e incluso se planteaba que el problema podía ser ella misma:
- ¿Nunca me cuadra lo que encuentro?
- ¿Seré demasiado exigente?
- ¿Será que realmente lo que necesito no existe?
- ¿Debo plantearme ser vegetariana o vegana? Etc.

Un sinfín de preguntas que finalmente apartaba diciendo:
- ¡Este, seguro que es el mío!
Había cambiado todas las recetas e incluso los ingredientes:
- Solo a la Sal, sin más historias.
- Aceite de oliva, puro y tradicional.
- Pimentado, con algo de gracia, pero en su justa medida.
- Una salsita suave, para los más secos.
- Una salsa potente, para enmascarar la falta de frescura.
- Un adobito, donde ya el tiempo ni se nota.
Y las formas de cocción o cocinado:
- Al horno, con temperatura media y poco a poco.
- En la sartén, (frito) muy pendiente de que no se pase.
- Al agua (hirviendo), para salir corriendo.
- En microondas, es la forma menos deseada, pero en caso de urgencias siempre está ahí.
- Y desde luego, a leña, ese es la mejor cocina para un producto de calidad, pero cada vez más difícil.

Tenía recetas para todos los gustos, menos para el suyo y por eso una vez más se decía:

-Esta vez sí que sí.

Cogió con suavidad el “pez ya cado”, quiso darle una agüita desaconsejada pero imprescindible para el comensal escrupuloso, quitó un poco de escamas, y mientras, precalentado el horno a 220. Preparó unas patatitas de fondo, que suelen salir más ricas que el mismo objetivo principal y por encima chorreón de puro oro.

Mesa al detalle, sus velitas, su buen vino, su buena música y en la silla de enfrente un espacio reservado. Una vez puesto el condumio sobre el plato y llegado el momento de disfrute ella probó el primer bocado, y no tuvo claridad en su opinión, así que quiso darse una segunda oportunidad y entonces dijo: pruébalo tu Pedro ¿qué te parece?

Pedro se quedó hierático, y ella puso una cara de: otra vez que me he equivocado.

Así que según cuenta la afectada, sus fuerzas se ven menguadas ante tanta decepción, y aunque a veces piense tirar la toalla, en el fondo sigue existiendo la vaga esperanza de encontrar algún día el idóneo y desde luego casar calidad, ingredientes y cocina.

Pd. Busquen, comparen y si encuentran algo mejor “cómprelo” y debe consumirlo antes que pierda su frescura. Mientras, sigamos viendo concursos de cocina.






MARÍA JOSÉ CORTÉS
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