Ir al contenido principal

Rafael Soto | Las normas que les importan

El pasado 14 de enero, Endesa publicó en su página web una explicación divulgativa sobre las causas de la subida de la electricidad en el mercado regulado. En esta explicación, que es consultable aquí, se señala la importancia del mercado en la fijación de los precios: “El precio del kWh en la tarifa regulada PVPC cambia según la oferta y la demanda de energía”. Dicho de otra manera, esto es el capitalismo y te fastidias, chaval.


Como no han tardado en recordarnos los pastores pseudoprogresistas, fueron Felipe González y, sobre todo, José María Aznar los que promovieron la liberalización del mercado energético. Una liberalización que Aznar llegaría a calificar en 2002 como “irreversible”. Ni el Partido Socialista, ni el Partido Popular están en posición de dar lecciones al respecto.

Ahora bien, dicho esto, quisiera realizar una serie de consideraciones. En primer lugar, pocas realidades me resultan irreversibles si hay voluntad de cambiarlas. En segundo lugar, España tiene un serio problema con el almacenamiento de energía. Es cierto que es de los que más energía renovable almacena pero, en términos generales, el almacenamiento de energía en España es difícil y caro.

Por otro lado, la subvención de la factura eléctrica no es una opción. Más allá del necesario bono social para la protección de las personas en situación vulnerable –cosa innecesaria si el mercado no se hubiera liberalizado o, al menos, hubiera alternativas públicas–, lo cierto es que no podemos pretender que el Estado cubra toda la factura eléctrica.

Por último, hay opciones, dentro del mercado. Lo han demostrado Barcelona Energía y, sobre todo, Eléctrica de Cádiz, vinculados con los ayuntamientos de Ada Colau y José María González Santos, Kichi. Es cierto que son realidades que todavía deben asentarse, pero han demostrado que es posible plantear alternativas. 

De hecho, entre las propuestas electorales de Unidas Podemos estaba “crear una empresa pública eléctrica para para llevar a cabo la transición ecológica, luchar contra el cambio climático y bajar la factura de la luz”. Hay opciones, pero hay que tener la voluntad de encontrarlas.

Puesto que Unidas Podemos y el excelentísimo Gobierno del que forma parte están tan preocupados por los cortes de suministro, ¿no se podía haber hecho algo antes? Nadie podía prevenir Filomena hasta pocos días antes. Ahora bien, ¿acaso no sabemos todos que en enero y julio sube la factura?

En lo que llevamos de legislatura, eterna legislatura, se ha aprobado la urgentísima y necesarísima Ley de Educación, más conocida como Ley Celaá, sin diálogo con el sector educativo. Por otro lado, otra ley sin la que no podíamos pasar era la Ley de Memoria Democrática, que sustituía a otra norma con rango legal que nunca se llegó a cumplir del todo. 

Desde el punto de vista normativo, parece que no podíamos vivir tampoco sin el Procedimiento de actuación contra la desinformación que, como ya explicamos aquí, puede dar lugar en la práctica a una oficina censora.

Sí, es cierto. En su haber tiene leyes necesarias, como la Ley de Eutanasia o la Ley de Protección de la Infancia y la Adolescencia. Algo bueno tendrán que hacer. Pero incluso las medidas conducentes al Salario Mínimo Vital ha demostrado ser un fraude político por su escaso alcance y lo reducido de su cuantía. ¿No era mejor reforzar las ayudas que ya había?

Las grandes preocupaciones de los españoles siguen sin ser atendidas. Apenas se ha tocado la normativa vinculada con los precios de la electricidad, el agua o el alquiler. Por otro lado, más allá de la verborrea habitual, la reforma laboral de Rajoy sigue en pie, según Yolanda Díaz, ministra podemita de Trabajo, por la complejidad de su reforma.

El Plan Anual Normativo aprobado en 2020, donde se recogen las iniciativas legislativas y reglamentarias que el Gobierno tiene previsto aprobar antes de finalizar el año, apenas recogió normas vinculadas con estas cuestiones fundamentales.

Unidas Podemos sabe que la desidia del Gobierno en el que se integra no es razonable, ni siquiera para los suyos. Por eso, lleva meses optando por la auto-oposición, criticando las decisiones del Gobierno como si no formara parte del mismo. 

Hasta tal punto llegó esta esquizofrenia, que llegó a poner trabas a la aprobación en el Congreso de unos Presupuestos a los que ellos mismos dieron luz verde en el Consejo de Ministros. Y eso, por no hablar de que, según el propio líder morado, han tenido que soportar el feo de que no se les informara de la fuga del Emérito.

Cabe preguntarse, ya que tan mal ven las decisiones del Gobierno, si no les valdría la pena abandonarlo. Pero claro, surge la eterna cuestión: sin ellos no podrán realizarse las grandes reformas necesarias. Como si de los cuidadores del patio se tratasen, los ministros podemitas velan por el buen comportamiento de los miembros socialistas del Gobierno.

Sin embargo, tras el tiempo pasado, cabe también preguntarse qué reformas son esas que se quieren implementar y que no han podido o querido aprobar todavía. Hasta Alemania, país poco sospechoso de seguir la ortodoxia progresista, ha aprobado mecanismos análogos a los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). ¿De qué puede sacar pecho este Gobierno?

Hasta ahora, en líneas generales, las normas que se han aprobado son aquellas que han facilitado la polarización de la población o han dado más poderes al Gobierno, si no prebendas a las autonomías de siempre. Los debates han sido estériles y han ido dirigidos a los mismos fines. Las auténticas preocupaciones de los ciudadanos siguen sin ser atendidas.

Puede que los responsables del desastre de la factura eléctrica no sean los miembros de este Gobierno, así como de otras materias ya mencionada. En cambio, sí son responsables de anteponer sus intereses partidistas y de polarizar a una población exhausta, antes de solucionar sus problemas reales.

Haereticus dixit.

RAFAEL SOTO