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María José Cortés | Carlitos y el jumento

Un tropel de pasos se oirá en los pasillos, y unas paredes recelosas del secreto a voces perfilan la inminente llegada. Los componentes de las salas han surcado su destino orillando su ser al límite. La ilusión de ver una normalidad cotidiana se desvanece por momentos. Rodearon sus cuerpos con una fina capa protectora de cualquier minúscula y molesta extrañeza y en compañía de la desazón ocasionada por la alteración y el destino imaginado, verán entrar por las puertas un cuarteto bien equipado. Como quien abre una amplia gama de colores, y para gustos los mismos, es cuestión de acertar con la elección final. Puede que algunos años venideros sean marcados por dicha decisión y en caso de arrepentimiento por múltiples motivos, no conlleva una fácil y económica resolución.

 -¿Pero qué es esto Carlitos? uffffffff. Te dije escribieras una nota en la que pusiera “MAÑANA VIENEN LOS PINTORES, ELIJAN UN COLOR”.

- Pues eso, justo eso he puesto. 

Rogamos que tras los inconvenientes ocasionados por la cuestión que nos aborda, y a pesar de inefables hechos que pueden aturdir nuestro entender, procedemos a responsabilizarnos de todas las dudas o problemas que llegue a ocasionar dicha situación. 

- A ver Carlitos, un cartelito que ponga “PERDONEN LAS MOLESTIAS”.

- Pues eso, justo eso he puesto

Cuando las luces del plomizo atardecer llenen nuestro etéreo deambular de un deseado descanso y las horas efímeras hagan que nuestro día nos retorne a nuestro más inequívoco lugar, recuerden siempre que las majestuosas puertas del mismísimo deben ser cerradas cual alma propia vaya en ello.

- Mira Carlitos, ¿Tan difícil es escribir “CIERREN LA CANCELA cuando entren por la noche? Es responsabilidad de todos.

- Pues eso, justo eso he puesto. 

- Carlos, sé que quieres ser escritor, pero como administrativo de la Comunidad no te veo. No eres el perfil requerido.

- ¡VALE!- respondió Carlos ágil y con soniquete, cogió su carpeta y su bolígrafo dirigiéndose a la puerta. 

-¿Sólo vale? Pensaba me responderías con una de las tuyas. 

A lo que el joven contestó:

- A usted le sirve con un VALE y a la Comunidad si no le importa le escribiré mi despedida.

Al día siguiente en el tablón de anuncios del inmueble los vecinos pudieron leer:

Estimad@s amig@s a partir del presente que nos ocupa, no estaré en la ubicación que esperan por inconsulta desmerecida, pero les hago saber que, si el jumento nada sabe de la riqueza de las palabras, ustedes sabedores y lectores del máximo realce tendrán las merecidas. Cada día pondré mis relatos como en los últimos años para los que hacen de la lectura deleite, cultura y pasión. 

P.D. La pluma es lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos”. Cita de El Quijote.

 



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