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José Ángel Campillo | ¿Por qué la Calle del Monte se llama Manuel Jiménez León?

El que en otros tiempos fuese el callejón del “corral de los almendros”, también conocido como “callejón del monte” porque conducía a la vereda del referido nombre, recibe en la actualidad y desde hace bastante tiempo el nombre de Manuel Jiménez León. En este artículo vamos a desentrañar los motivos por los que el Ayuntamiento de nuestro pueblo le dedicó una calle.

Manuel Jiménez León nació en El Viso del Alcor el día 8 de septiembre de 1821 en el seno de una familia muy acomodada de nuestro pueblo. Hijo de Alonso Jiménez Rico y de Águeda León Mateos, prolífico matrimonio que entre 1820 y 1840 tuvieron diez hijos, siendo uno de ellos Manuel.

El padre de Manuel, rico propietario, pues a su temprana muerte (48 años) dejó un capital estimado en 1.627.375 reales, suma nada desdeñable que fue repartida en partes iguales entre sus descendientes en concepto de legítima. No tenemos constancia de la herencia que dejó Águeda, pero a buen seguro fue también cuantiosa. A esto hemos de añadir la herencia que les correspondió por parte de su abuelo paterno ante el temprano fallecimiento de su padre. 

Entre las muchas propiedades que dejó Alonso a sus hijos hemos de hacer referencia a la que era conocida como “la casa de los pájaros” que después se convertiría en la capilla del Rosario.

No tenemos referencia alguna de la infancia de Manuel, aunque hemos de pensar que no fue nada difícil teniendo en cuenta que procedía de una familia bastante acomodada. Las primeras letras las aprendería en nuestro pueblo, aunque los de bachillerato y universitarios en Sevilla (aunque no tenemos constancia documental de tal hecho).

Las primeras referencias documentales sobre su vida política la encontramos en 1866, fecha en la que nos aparece como diputado provincial por el distrito de Alcalá de Guadaíra, al que pertenecía en aquellos tiempos El Viso, junto a Mairena del Alcor y la propia Alcalá. En esta primera etapa lo encontramos formando parte de la comisión de presupuestos y expedientes de desamortización. No volvemos a tener referencias suyas hasta el año 1872, fecha en la que nos aparece como Secretario de la Diputación, pero ahora es diputado por el distrito de Carmona y como miembro de las denominadas comisiones especiales , o en 1874 como miembro de la Junta de Bienes Nacionales . No nos consta documentalmente que fuese presidente de la Diputación, como tantas veces se ha dicho, pero tampoco lo podemos descartar.

Manuel Jiménez León ha pasado a los anales de la historia local porque fue el artífice, la persona que facilitó la construcción del actual cementerio, el que lleva el nombre de San Francisco. 
En la segunda mitad del siglo XIX, en lo que eran los terrenos aledaños a la vieja ermita de San Sebastián, en la vereda del Cañalizo, se construyó un amplio y espacio cementerio que cumplía todos los requisitos: espacio cerrado con altas tapias y puerta con su correspondiente cerradura. Pero los que allí lo situaron no contaron con dos cuestiones importantes que, desde el primer momento, provocaron lo que podemos considerar un verdadero problema de salubridad pública, a pesar de estar alejado de las últimas casas.

El primero de ellos era que los vientos dominantes, procedentes del sur, llevaban los malos olores a la población. 

El segundo, no menos importante, era que la tierra en la que se sepultaban los cadáveres no era la más apta para este menester, al tratarse de albero, tierra calcárea que conservaba los cadáveres. 

Manuel Jiménez León, consciente del problema, propuso al Ayuntamiento su proyecto de construir un nuevo cementerio en otro lugar en el que ni los vientos ni la tierra fuese un problema. A pesar de ello podemos intuir que este proyecto no fue bien aceptado, o no contó con el apoyo suficiente, tal vez por cuestiones de carácter ideológico. Posiblemente este hecho motivo que en la sesión de 14 de febrero de 1881 se diese lectura a una orden del Gobernador en la que se pone de manifiesto que Manuel Jiménez León “le había presentado un plano y un pliego de condiciones bajo las que se ofrece a construir a sus expensas y ceder a este Municipio el Cementerio en virtud de las malas condiciones del que hoy existe”. Esto creó cierto malestar y los ediles acordaron por unanimidad que se consignase en el acta que “no se le ofrece dificultad alguna en la construcción del citado Cementerio, sino que no sabe cómo elogiar tan acertado pensamiento”.

 A pesar de estos formalismos y alabanzas hemos de leer entre líneas cierta resistencia, porque el hecho de ser el Gobernador Civil de la Provincia el que se dirija a la corporación y no el propio interesado, que muestra una actitud altruista, nos resulta bastante extraño. Por otra parte el hecho de consignar en el acta que la corporación no ofrece dificultad alguna, también enciende, de alguna manera, las alarmas, más cuando el 17 de marzo de 1881 es el propio donante el que se dirige a la corporación manifestando “las dificultades con que tropiezan para construir a sus expensas un Cementerio que cederá al Municipio luego que esté terminado”.

La intervención del Gobernador Civil hizo que la corporación municipal cambiase su postura inicial de tal manera que acordó declarar la construcción del cementerio “de utilidad pública” y que los peritos municipales buscasen fincas rústicas en la zona de poniente y norte de la localidad para que hiciesen catas con el objetivo de asegurar si se podían hacer fosas con una profundidad entre el metro y el metro y medio. El nuevo recinto debía de estar como mínimo a 700 metros de las últimas casas. 

Sin duda alguna, Manuel tendría buena relación con el Gobernador Civil porque días después de este enfrentamiento, por orden gubernativa, bajo la acusación de negligencia y apatía la corporación municipal fue destituida, tomando posesión la nueva corporación el 21 de abril de 1881, siendo Alcalde D.Florentino Sigler y Villar. A partir de estos momentos desaparecieron las trabas y el cementerio se construyó sin grandes dificultades, por lo que se construyó con prontitud, tanta, que fue bendecido el 10 de abril de 1882. 
Jiménez León se comprometió a construir a su costa el cementerio, en contrapartida el Ayuntamiento debería de aportar los terrenos precisos en un lugar alejado de la población, esto supuso que, ante la falta de suelo público, no hubo más remedio que expropiar unos terrenos colindantes con la Vereda del Monte (actual Avenida de Blas Infante).

Además hubo que habilitar un camino para acceder al nuevo cementerio, pues aunque la vereda del Monte era su acceso natural, resultaba demasiado alejada de la Iglesia, por lo que era preciso habilitar un acceso más cercano; de esta forma los cortejos fúnebres no tendrían que dar un rodeo para llegar hasta el nuevo camposanto. Este nuevo acceso es la actual calle Jiménez Muñoz, también conocida como “callejón de los muertos”.

Este es el motivo por lo que el Ayuntamiento, en gratitud bautizó a la que hasta entonces se llamó calle del Monte como Manuel Jiménez León.                                                                                                                                             José Ángel Campillo de los Santos

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