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Marco Antonio Campillo | La voz del Flamenco: Eduardo Martín Trujillo

El pasado 18 de julio partió hacia Los Alcores del cielo otro visueño imprescindible: Eduardo Martín Trujillo. 


Nació hace 85 años en Málaga, donde la fresca brisa marina le llevó los sones del Flamenco. Desde pequeño, en los duros años de postguerra, educó su oído para distinguir los distintos palos y empezó a aficionarse a este arte universal con sabor andaluz.

Decía Francisco de Quevedo que “Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan” y esta máxima se cumplió con la perfecta simbiosis de Eduardo y Mercedes, de cuyo amor nacieron Marina y Fernando.

La vida no era fácil, por lo que Eduardo y Mercedes tomaron la dura decisión de emigrar a Madrid y, posteriormente, a Francia, como tantos andaluces. Desde allí soñaba cada día con volver, enraizándose aún más en sus entrañas andaluzas, siendo el Flamenco una ventana en el horizonte para sentir la tierra que lo vio nacer.

Por mediación de un familiar, conoció la posibilidad de trabajar en la fábrica de hilaturas “INVIRSA” en un pueblo sevillano. La familia Martín Romero hizo de nuevo las maletas y llegó a El Viso del Alcor allá por 1975. Desde el primer momento, siente su nuevo pueblo como el suyo, cambiando su añorado mar malagueño por el arrecife marino del Balcón de Los Alcores. 

Su pasión, el Flamenco, se desarrolla en su nuevo hogar, entrando en contacto con la joven Peña Cultural Flamenca “El Rincón del Pilar”, nacida en 1978, y, convirtiéndose, sin darse cuenta, en una enciclopedia de este Patrimonio de la Humanidad. 

Eduardo era un hombre humilde, que no le gustaba el protagonismo, pero la difícil situación económica de “su niña”, la Peña Flamenca, le hizo coger sus riendas como Presidente desde 1988 a 1999, manteniendo viva la llama de este arte en unas condiciones adversas. Al unísono, llega a ser Secretario y, acto seguido, Vicepresidente de la Confederación de Peñas Flamencas de Andalucía. 
El dulce aroma de su pasión por el Flamenco volaba a través de las ondas de Radio Alcores y de Canal 12, y su polen se impregnaba en las páginas de la Revista de las Fiestas de la Santa Cruz. 

Eduardo llenó al Flamenco de frescura, acudiendo a multitud de Festivales para seguir a las grandes Figuras y fomentar, del mismo modo, a los cantaores de base. 

Fue un estudioso de este arte en los Alcores, señalando que es “una cornisa flamenquísima, se diría que la belleza de nuestra vega que divisamos desde la altura de la cornisa, nos incita cantarle y a bailarle”. Refiriéndose a El Viso, indicó que “nuestro pueblo, aun siendo el de menor extensión, en absoluto se queda atrás en arte flamenco, todo lo contrario, puede competir muy dignamente tanto en Flamenco, como en Saeta, en toque de guitarra, en baile, y puede presumir El Viso, de tener la Trilogía Flamenca completa, cante, toque y baile”. Los cantaores profesionales de El Viso han sido pocos, pero muy buenos, tales como “El Niño De San Julián”, “El Niño Botón”, “Currito Pateto”, Paco “El Sopi” o Segundo Falcón; además, de grandes aficionados como Antonio “El Verdugo”, “El Canijito”, “El Niño Colchón”, José Janega, “El Lopa”, Antonio “El Manzano”,…

Eduardo fue profeta en su tierra, teniendo el honor de recitar el Pregón de las Fiestas de la Santa Cruz en el mítico 1992: “El año de mi llegada por primera vez a estas fiestas las lágrimas inundaron mis ojos después de tantos años fuera de España y ver la alegría que en ella había”.

Del mismo modo, recibió dos Homenajes en vida. El primero, de su Peña, en noviembre de 2014, como Socio de Honor, premiándolo por su brillante trayectoria en esta gran institución. El segundo, al año siguiente, por la Asociación Cultural Fuente del Sol, que tuvo a bien otorgarle su III Premio Alunada por su gran labor divulgativa del Flamenco, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 

Eduardo, hombre afable, educado, honrado y trabajador, dedicó toda vida, en cuerpo y alma, de forma altruista, a difundir el Flamenco, su gran pasión. Gracias a él y a otros grandes aficionados, los sones de fandangos, seguiriyas o bulerías, viajan al son del cambiante tapiz multicolor de la Vega, regándose por aguas de mucha regalo de la Fuente del Concejo y del Rincón del Pilar.

PD: Artículo dedicado a mis amigos de la Peña Cultural Flamenca “El Rincón del Pilar” y a la Familia de Eduardo, especialmente a su hijo Fernando (Un camino estrechó nuestros lazos para recorrer juntos otros muchos).

Marco Antonio Campillo

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