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José Ángel Campillo | Virgen de los Reyes, entre la leyenda y la historia

Aunque el presente artículo no tiene una relación directa con la Historia de nuestro pueblo, trata de ser un modesto, pero sincero homenaje, a aquellos hombres y mujeres que a lo largo de la Historia han peregrinado a la capital hispalense en las vísperas de la festividad de Santa María de Agosto, que no es otro que el de la festividad de la Asunción. La veneración hacia dicha advocación dio lugar en 1959 a que la primitiva Virgen del Refugio, una dolorosa que se encontraba a los pies del Cristo de la Misericordia, fue convertida por el escultor D. Antonio Gavira Alba, en la imagen de Nuestra Señora de los Reyes, al añadirle un Niño Jesús de Terracota.


Como decíamos anteriormente, el 15 de agosto es la festividad de la Asunción, doctrina que definió como Dogma de Fe el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. Aunque el dogma es relativamente reciente, la fiesta se celebra en la iglesia oriental desde el siglo VI y en la occidental desde el siglo VII. 
En nuestro caso, la advocación que se venera es el de la Virgen de los Reyes Coronada (4 de diciembre de 1904), la primera imagen de Andalucía que fue coronada canónicamente.

La imagen de la Virgen de los Reyes está envuelta en la leyenda desde la Baja Edad Media, en tiempos de Fernando III, rey de Castilla y León, porque ya en esta época se atribuía su autoría a los mismísimos ángeles. Incluso la leyenda habla de la aparición de la Virgen al rey estando en el sitio de Sevilla.

Estamos ante una imagen gótica de mediados del S. XIII (ocho siglos) de procedencia franco-germánica, no quedando claro cómo llegó a Sevilla. Esto hace que volvamos a entrar en la leyenda, pues se afirma que fue un regalo de Luís IX, rey de Francia (San Luís), a Fernando III, su primo hermano (San Fernando). Estamos, por tanto, hablando de una imagen del siglo XIII, al igual que el Niño.

Como todas las imágenes, ha sufrido modificaciones a lo largo de su dilatada historia. Es una imagen de 1,70 de altura, hecha en madera de alerce y forrada de fina cabretilla  que recubre la madera como si fuese la piel. La cabeza tiene una larga melena de hilos de oro trenzados, hilos muy desgastados y unidos a la cabeza por puntas de madera. Una de las particularidades de la imagen era el mecanismo que tiene en el torso y al que se accede por una portezuela en la espalda; dicho mecanismo permitía que la imagen moviera la cabeza y, al parecer, hasta bendecir a los presentes en los actos solemnes o procesiones. Dicho mecanismo no se usa en la actualidad, pero era algo muy frecuente en algunas imágenes góticas.

Dada su vinculación con la monarquía castellana, la imagen fue colocada en la que se denominó capilla Real o capilla mudéjar, un habitáculo que se hizo en el muro principal de la mezquita mayor de Sevilla, edificio que fue bendecido, purificado antes de convertirlo en catedral cristiana y adaptarlo a la liturgia cristiana. En este lugar fue colocada la imagen en un altar de plata gótico la imagen de Nuestra Señora de los Reyes. Por debajo de la imagen aparecían entronizadas las imágenes de San Fernando, de su primera mujer, Beatriz de Suabia y del hijo de ambos, Alfonso X. Estas tres imágenes aparecían ricamente vestidas, por lo que podemos presuponer la impresión que ocasionaban a los fieles cuando acudían a la capilla Real a rendirle culto a la Virgen. Delante de la imagen de la Virgen se colocó la tumba del rey Fernando III, la de su mujer y la de su hijo.

La mezquita mayor de Sevilla, del siglo XII, estaba en muy mal estado a raíz del terremoto de 1356, por lo que el Cabildo decidió llevar a cabo su derribo para construir una catedral cuyas obras dieron comienzo en 1401. Esto motivó que en 1432 la  capilla Real tuvo que ser trasladada al patio de los naranjos, lugar en el que estuvo hasta la finalización de la actual en 1575. En 1579 se produjo el solemne traslado de la imagen y de los restos de los distintos reyes enterrados en la misma; en  la nueva capilla, la Virgen se colocó en un retablo de plata, obra de Luís Ortiz de Vargas realizado entre 1643-49. Frente al retablo se colocó una urna de plata con los restos incorruptos del Santo Rey.

Para terminar, decir que la corona de la Virgen, que era de la reina Beatriz de Suabia,  fue robada en 1873, era la conocida como “corona de las águilas”. Tenemos que decir que corrieron ríos de tinta, pero eso es ya otra historia. 


JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO DE LOS SANTOS


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