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José Ángel Campillo | Una deuda pendiente: el Archivo Municipal

El próximo día 11 de noviembre se inaugura el archivo municipal en el edificio que hoy conocemos como “Ayuntamiento viejo”. Tenemos que congratularnos porque es una vieja reivindicación, ya era hora que el tan denostado y olvidado archivo esté en un lugar digno y acorde a sus necesidades.

El edificio, construido a finales de los años treinta del pasado siglo, fue diseñado por el perito municipal Francisco Peláez en el solar que ocupaba el Pósito municipal, edifico construido en 1757 con un coste de 20.000 reales. Decir que años después, en 1774 el edificio fue ampliado ante la necesidad de guardar mayor cantidad de cereal.

A finales del XIX, con la desaparición de los Pósitos, el edificio quedó abandonado, por lo que se fue deteriorando con el correr del tiempo, hasta tal punto que su estado de ruina aconsejó su derribo. Únicamente se conservó la torre del reloj que, de forma muy acertada integró Peláez en la nueva construcción.

Tras la rehabilitación, entre los años 1982-85, de la que fuera casa conventual, más conocida como “cuartel viejo”, las dependencias municipales pasaron a esta nueva sede, por lo que el viejo Ayuntamiento quedó como sede de la gerencia de urbanismo y con posterioridad, tras tener distintos y variados usos, fue cerrado ante un estado evidente de deterioro.

Después de una rehabilitación, un tanto polémica, será la sede de nuestro denostado archivo municipal. Por fin, después de muchos años y de la falta de interés de nuestra clase política (de distintos colores y condición) el archivo va a tener un lugar digno. Por fin se le ha dado el lugar que merece después de tantos desplantes por aquellos que, siendo conscientes de su importancia, no fueron capaces de mover ni un solo dedo ante lo que consideraban “un montón de papeles viejos”. Afortunadamente la sensibilidad de nuestros políticos ha cambiado desde el año 1999, fecha en la que escribí un artículo para la revista de las fiestas de la Santa Cruz que titulé: El archivo histórico y el museo local”

En él hablaba que los archivos municipales empezaron a ser puestos en valor por la Diputación de Sevilla en torno a los años ochenta del pasado siglo, años en los que esta institución asumió la tarea de rescatar de un peligro inminente de destrucción los archivos municipales. De esta manera se llevó a cabo la ingente tarea de clasificar e inventariar todos los archivos de la provincia, inventarios que fueron publicados para general conocimiento. 

El nuestro fue catalogado y ordenado a lo largo del año 1984, fecha en la que estaba depositado en una sala alta del  antiguo Ayuntamiento, cerca del salón de plenos. Sin embargo, por cuestiones que no entenderé nunca, en el año 1999 el archivo se encontraba en el lugar más idóneo: el pabellón cubierto “Santa Lucía”, en un habitáculo donde los cambios de temperatura y humedad le afectaron sobre manera. Pero este no ha sido el primer desplante a nuestro archivo, podemos remontarnos a los años cuarenta del pasado siglo, fecha en la que gran parte de sus documentos fue vendido a peso.

Desgraciadamente esta falta de sensibilidad era algo habitual en aquella época, pues el archivo de Cazalla de la Sierra sufrió el mismo destino en el año 1943, por lo que la historia de este pueblo quedó relegada a los siglos XIX y XX.

En 1945 el Secretario del Ayuntamiento, con muy buen criterio, llevó a cabo un inventario, el primero que se posee del mismo. Esto nos permite compararlo con el que se hizo en 1985 y, como era de esperar, a lo largo de esa cuatro décadas se han perdido algunos documentos, fundamentalmente los relacionados con la Falange, por lo que podemos presuponer que esta documentación desapareció en torno a 1975, tras la muerte de Franco.

Después del pabellón Santa Lucía, el archivo pasó a los sótanos del actual Ayuntamiento, lugar idóneo por antonomasia, lugar en el que ha permanecido varios años; esperemos que tras la inauguración del edificio la documentación sea trasladada lo antes posible a este nuevo lugar. Entonces, solo entonces, podremos decir que el archivo está a buen recaudo.


JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO


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