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María José Cortés | En Capilla

Para datos biográficos y vitales las páginas especializadas, para críticas profesionales sobre la materia, los que se sustentan de ello y para el público que disfruta de un espectáculo en mayúsculas y llegando a casa necesita escribir lo vivido y contarlo, para eso, estoy yo. 


Tarde lucida primaveral de este mes de febrero, capote de hilo de oro cual amuleto inspirador presente e identificativo, traje de luces en el proscenio.

Suerte Maestro, los vientos han cesado y no habrá plaza que se resista.
A porta gayola, con el alma descubierta, con la responsabilidad que supone, mirada decidida, con pasión y entrega, deseando que la tarde cumpla con las expectativas, y con maestría todos sus lances: verónicas, chicuelinas, gaoneras y largas hacen que el tendido se ponga en pie.

“Maestranza de Sevilla
 la del amarillo albero
 la que huele a manzanilla
  y a capote de torero”

Nos dispusimos a realizar nuestra labor de oyentes entusiastas, de afición deseosa y dando buena cuenta de ello, el silencio por respeto, los oles arrancados al sentir y las palmas premiadas por la emoción.

Una voz que son voces, un cante que son cantes y autenticidad, un sentimiento que es melodía y dulzura y a la vez fuerza y pureza.

Una sintonía unísona, palmas, percusión, guitarras, cuerdas perladas que elevan a su máxima expresión la esencia del cantaor. Una copla hecha flamenca entre Gallego y Usero que llega a erizar la piel. Ole por vosotros.

Una Carmen que baila que quita el sentío y hace dudar si esos tacones llegan a rozar el suelo, donde la punta y el tacón se intercalan a la velocidad de la luz y al compás milimétrico que solo ella es capaz de ejecutar. Qué sentimiento, qué arte y qué poderío. Ole por ti.

Rafael De Utrera ha deleitado los oídos, las emociones y la afición flamenca. La exquisitez de su repertorio, la seguridad en su ejecución, la humildad en su ser y la capacidad de transmitir lo sentido, han sido el deleite de los presentes. 

Un Rafael de Utrera que cortó dos orejas y rabo, que salió por la puerta grande y al que el tendido rindió ovación ante su labor. En Sevilla sí señor, en Sevilla. Ole tú. 

Y a su calidad artística me gustaría sumar la personal de esta pareja. Porque es admirable que una trayectoria descomunal como la que tienen a sus espaldas no haya enturbiado ni siquiera un ápice su forma de ser ni de comportarse, y eso, los hace más grandes aún. Ejemplo a seguir para muchos. Ole, Ole y Ole. 
      
“Ven tú a mí toro bravío 
mis lances a ti te esperan 
son mis cantes lo más sentío
 me inspiras y me desvelas”

        P.D. Viva la cultura, viva el flamenco.
        A Rafael de Utrera y Carmen Lozano.


MARÍA JOSÉ CORTÉS
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