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Marco Antonio Campillo | Guardaesquinas de El Viso del Alcor: vestigios de nuestro pasado

Los guardaesquinas o guardacantones son elementos arquitectónicos situados en las esquinas de calles de nuestros pueblos y ciudades, no siendo El Viso del Alcor una excepción. Su función era resguardar las esquinas de los edificios del impacto de carruajes, carros y carretas. Por tanto, son postes de piedra que protegían dichas esquinas de los golpes de los vehículos o del paso de éstos. Esta antigua costumbre se conservó hasta que empezó a generalizarse el empleo de las aceras.

 


Cuando paseamos con tranquilidad por el bello centro histórico de nuestro pueblo, si prestamos un poco de atención, podemos contemplar los guardacantones, vestigios de nuestro pasado, perfectamente integrados en nuestro paisaje urbano, pasando, en muchas ocasiones, desapercibidos para nuestros fatigados ojos. Las casas tradicionales visueñas estaban realizadas con tapial, siendo, pues, especialmente las esquinas muy frágiles a roces y golpes. Siendo la piedra escasa y cara, se reutilizan materiales de acarreo, es decir, columnas antiguas de villas romanas y desgastadas ruedas de molino, a los que se le ofrece una segunda vida, en un tiempo en el que no había ningún tipo de conciencia patrimonial (en la actualidad, tampoco se ha avanzado mucho, por desgracia) Su forma suele ser algo redondeada, con la finalidad de que no se deterioraran fácilmente con los roces y golpes de las ruedas de carros y carretas.

Estos elementos son parte de nuestra historia y, como bienes de interés patrimonial, son señas de identidad de nuestro pueblo, mereciendo, por tanto, ser valorados y conservados para el disfrute de las generaciones venideras.

El Viso del Alcor conserva varias de estos guardaesquinas, vestigios, la mayoría, de nuestro floreciente pasado romano.

En la esquina de la calle Real con Colón, divisamos un colosal fuste de una columna de mármol, reforzado por dos aros metálicos, procedente, quizás, de una de las importantes villas romanas de nuestro entorno. Las dimensiones son a tener en cuenta: 1,25 metros de altura, 32 cm de anchura y unos 18 de diámetro. Entre las desgastadas capas de pintura, podemos observar el frío mármol.

 



En la calle Real, en la
esquina de la calle Tío Pinto, conocida antiguamente como Alpechín, encontramos lo que parece un fragmento de rueda de molino, con el fin de proteger la esquina de esta callejuela estrecha de reminiscencia medieval. Sus dimensiones son 25 centímetros de ancho, 32,5 de alto y 57 de largo.

 




En la Plaza del Ayuntamiento Viejo, concretamente en la esquina con la calle Tren, encontramos, mimetizado con el color blanco de las casas, una columna, con su fuste y capitel, y reforzada con un aro de hierro. Sus dimensiones son 70 centímetros de alto, 37 de ancho y 20 de diámetro.

 



rosiguiendo nuestro paseo por las calles de sabor tradicional, encontramos un gran fragmento pétreo, concretamente en la calle Convento, frente a la Iglesia Conventual de Corpus Christi, y junto al Restaurante Convento 33. Su forma es diferente a los anteriores, pudiendo tratarse, como hipótesis, de un miliario romano, aunque muy deteriorado y salpicado de excrementos de palomas. Sus dimensiones son 67 centímetros de altura, 22 de ancho y unos 30 de diámetro.




Ascendiendo a nuestra Acrópolis del corazón de Los Alcores, en la esquina de la Lonja de la Iglesia Parroquial de Santa María del Alcor Coronada, nos divisa, viendo pasar el tiempo, un fuste de una columna de 70 centímetros de altura, 18 de anchura y 27 de diámetro.


 




Muy cerca, en la esquina de la Iglesia con la Plaza Padre Nicasio, frente a la “puerta de los muertos” del templo parroquial, nos encontramos con una columna de dimensiones importantes, incrustada en la esquina, y reforzada con un aro metálico, o sea,  de 1,05 metros de altura y 27 de anchura.

 




Por último, en frente de la anterior y de la puerta trasera de la Iglesia Parroquial, concluimos nuestro paseo con un pequeño fragmento columnario, de 35 centímetros de altura y unos 23 de anchura.




En conclusión, los guardacantones o guardaesquinas son vestigios de nuestro pasado que deben ser conservados y valorados. La próxima vez que pasees por nuestro casco histórico, disfruta de su belleza y saborea su valor patrimonial e histórico. 


MARCO ANTONIO CAMPILLO 

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