El zaguán es la
pieza de la casa que permite acceder desde la calle a su interior. Esta
pequeña, pero importante estancia deriva del vestibulum romano. Está
situado en la primera crujía de la casa y en las casas de la burguesía, hasta
bien entrado el siglo XIX encontrábamos en el mismo, guardando la intimidad de
los que en la casa vivían, un portón de madera. A partir de esta puerta grande,
que en algunas ocasiones tenía una puerta más pequeña llamada postigo comenzaba
propiamente la casa.
A partir de
la segunda mitad del XIX el portón va a
ser sustituido por la cancela de hierro, siendo las más antiguas las de gitanilla, roleos, volutas y
eses, de llantina atada con lazos a barrotes redondos o cuadrados. En el último
tercio de la centuria son sustituidas por las de dibujo caligráfico.
Este cambio
deriva de una transformación social, política y económica: la burguesía cobra
cada vez más pujanza, de tal manera que pasamos del antiguo régimen a un estado
liberal en el que se impone el capitalismo. Si hasta bien entrado el siglo XIX
(desamortización de Mendizábal) la casa estaba vetada al viandante, a partir de
este momento la casa se abre a la calle a través de la cancela que nos permite
acceder, por lo menos, por medio de la vista a su interior, a su corazón, que
es el patio, lugar de descanso y de recreo en las tediosas noches de verano,
donde la burguesía se puede permitir el lujo de disfrutar del mismo. Los menos
afortunados se conformaban con salir a la calle a tomar el fresco.
En nuestro
pueblo, en las grandes casonas que aún resisten el pasar y el pesar del tiempo,
encontramos algunos ejemplos de lo que estamos diciendo. Son sin duda alguna
bellas casas de otro tiempo, pero que deben de ser conservadas por su valor
histórico, artístico y etnográfico, pues son el “retrato de una época”.
Veamos algunos
ejemplos:
Casa N.º 23 de la calle Real, actualmente residencia de mayores San
Pedro Nolasco encontrábamos un bello ejemplar de portón. Cuando la casa fue
restaurada y convertida en residencia desapareció. Actualmente forma parte de
la puerta en una cochera.
En esta casa del siglo XVIII
encontramos un magnífico patio columnado de forma rectangular que merece ser
visitado.
Casa N.º 7 de la calle Real, en una magnífica casa de finales del
XVIII encontramos el único portón del XVIII. El mismo destaca por la
utilización de elementos geométricos a base de estrellas y triángulos, muy
característico de la época, tal y como podemos apreciar también en la puerta
que desde el presbiterio de la iglesia se dirige a la sacristía.
En la vivienda destaca un
magnífico patio, de planta cuadrada, a
eje con la puerta principal en el que destacan ricas columnas situadas en los
ángulos del mismo sobre las que cabalgan arcos de medio punto rebajados y muy abiertos.
A modo de balaustrada una reja de hierro cierra el perímetro de la galería
alta, a la que se accede por una escalera de dos tramos situada a eje con la
puerta de acceso a la vivienda.
Casa N.º 10 de la calle Pintor Juan Roldán (Casa del párroco) también
encontramos un portón, de nueva factura, que sustituye a otro anterior, de
escaso valor artístico. Esta casa también data de finales del siglo XVIII,
aunque es fruto de una reforma, pues hay datos de la misma que la remontan al
siglo anterior. El portón tenía la singularidad de abrir hacia fuera como
consecuencia que el suelo de la segunda crujía de la vivienda está más alto que
el del zaguán.
El interior de la misma ha sido
muy transformado, de tal manera que el patio ha dejado de tener valor en si
mismo. A pesar de ello, hay que decir que es una casa que goza de “buena salud”
porque ha sufrido distintas intervenciones que la han salvado de la ruina.
Casa N.º 12 de la calle Albaicín, actual centro parroquial, también
había un gran portón que desapareció tras la reforma que se le llevó a cabo a
la vivienda cuando pasó a ser propiedad de la parroquia. Esta casa, aunque más
rústica que las anteriores, cumple con los esquemas de las grandes casas del
XVIII y XIX de nuestra localidad. En esta tenemos la particularidad que a las
funciones de vivienda tenemos que añadirle la de negocio familiar, pues en la
misma había un horno de pan.
Casa N.º 32 de la calle Real, una vivienda del XVII muy modificada
en el XIX, siendo el exponente más claro de esta amplia reforma el magnífico
cancel enmarcado por dos arcos de medio punto abocinados que se mantienen sobre
sendas columnas dóricas sobre pedestal.
En el medio
punto del cancel, ricamente labrado,
encontramos las iniciales: J L y
L (José Luís León). Encima de las mismas la fecha en la que, a buen seguro, fue
colocado el cancel, 1855 y reformada la casa.
Destaca en la
vivienda, que conserva los techos de madera, un bellísimo patio rectangular
donde destacan en los lados más cortos del mismo, y paralelos a la calle arcos
porticados con bellas columnas del XVII. Una de las zonas porticadas, la más
cercana al zaguán, está cerrada con sendos cierres acristalados que lo
convierten en un recibidor o
distribuidor de los espacios más importantes de la casa.
Casa N.º 19 de la calle Real. En esta vivienda del siglo XIX, encontramos también un bello
exponente de las cancelas del último tercio de la centuria.
Sin duda alguna, estamos ante un
bello exponente de lo que es el arte de la rejería en el último tercio del
siglo XIX como consecuencia del proceso industrial. Estas cancelas se siguen
colocando en los zaguanes de algunas viviendas de nuestro pueblo.
Casa N.º 57 de la calle Real.
Estamos ante una vivienda que destaca por su rica decoración que mezcla
elementos muy clásicos con otros de carácter mudéjar o a “la morisca”, tal y
como se le denominaba en la época.
En el zaguán
encontramos un cancel donde encontramos la fecha de 1904 y las iniciales S.J.L
(Sixto Jiménez López).
Las paredes
del zaguán aparecen estructuradas con
marcos achaflanados, rematándose el conjunto con la decoración del techo que,
aunque plano, aparece decorado con decoración geométrica en la que destaca la bicromía.
En esta casa encontramos un
bellísimo patio que destaca por tener una forma cuadrada, estar centrado y a
eje con la calle. Sus paramentos están
decorados con cerámica de color azul que destaca sobre los paramentos blancos. En el centro de la estancia destaca una
fuente. Además aparece completamente
rodeado de ventanas enteras, insertas en
el muro, tras las cuales encontramos las principales estancias de la vivienda.
Estamos ante viviendas que, poco a poco, van
languideciendo y que, si las administraciones no intervienen, más temprano que
tarde, este patrimonio que posee nuestro pueblo, en pleno centro urbano, se
perderá irremediablemente.