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José Ángel Campillo | Arquitectura del agua en el Parque de La Muela

Desparramado por las laderas de la Tablada, como manto de fino armiño y ocupando una superficie de unos 350.000 metros cuadrados se extiendo un espacio natural, que ha de convertirse en un futuro no muy lejano, en el pulmón verde de El Viso; me refiero al parque de la Muela.



Estos terrenos formaban parte de las denominadas tierras del Concejo, una propiedad del Ayuntamiento que se utilizaba para que los bueyes y yeguas pudieran abrevar y comer durante todo el año. A principios del siglo XVII la propiedad pasó a manos del Señor de El Viso, el conde del Castellar, en este caso Gaspar Juan Arias de Saavedra que se adueñó del espacio y a cambio pagó una suculenta deuda que había contraído el Ayuntamiento.


Plano del parque de la Muela. Fuente: Guía botánica del parque de la Muela


Plano del parque de la Muela. Fuente: Guía botánica del parque de la Muela


Estos terrenos, que formaban parte de la denominada Vegueta, en el siglo XIX fueron vendidos a particulares, quedando bajo la propiedad del Ayuntamiento los situados en los aledaños de la fuente y arroyo. Es en esta misma centuria, concretamente en el reinado de Isabel II cuando la fuente y su entorno se remodelan, por lo que su aspecto pudo perdurar, con algunas modificaciones hasta los años 80 del pasado siglo (1983) con la llegada del primer Ayuntamiento  asistimos al primer intento de poner en valor estos terrenos y aparece el primer concepto de parque periurbano. En los primeros años de la presente centuria, se realizan campañas municipales que tienen como objetivo la sensibilización medioambiental y se puso en marcha través del programa educativo “Vamos al parque de la Muela” distintas campañas de plantación de árboles autóctonos.


En el año 2010 surge un conflicto entre el gobierno local y la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio como consecuencia de la financiación de un proyecto encaminado a mejorar el parque; por motivos varios, dicha iniciativa no pudo llevarse a cabo. Once años después, en mayo de 2021 el Ayuntamiento encarga un proyecto de actuación en el parque y un  año después el mismo está sufriendo un proceso de remodelación que ha permitido, entre otras cosas, desenterrar los viejos lavaderos de la

Muela.


Fuente: Ayuntamiento de El Viso del Alcor

Sin duda alguna, en tiempos pretéritos, donde las necesidades eran distintas a las actuales, se hacía un uso más racional del agua, tal y como lo podemos ver en la fuente del Concejo (en pleno centro de la localidad) o en nuestro caso en la Muela; en ambos lugares nos encontrábamos con situaciones semejantes:

- Una fuente o manantial mejorado y conservado por el Concejo o Ayuntamiento.

-       - Un pilar o pilares para que el ganado mular, caballar y boyal pudiera satisfacer su sed. Hay que recordar que hasta los años 50-60 no comienza la mecanización del campo, y que todas las labores agrícolas se realizaban con tracción animal.

-       - Un lavadero en el que las mujeres podían lavar la ropa. Lógicamente el agua del lavadero no llegaba a la alberca, sino que discurría por otro lugar, dado que, bajo ningún concepto se permitía que el jabón contaminase el agua que tendrían que beber los animales. De esta manera el lavado de la ropa únicamente se podía hacer en el lavadero. A finales de los sesenta del pasado siglo, la fuente aparecía entre las propiedades del Ayuntamiento.

-       -  Una alberca o albercas que servía para almacenar el agua, que de riego de la huerta o huerto situado en sus aledaños. A este respecto podemos decir que el huerto de la Muela, era propiedad del Pósito y a partir de 1842, fecha en la que éstos  se convierten en Banco de Labradores, al referido Banco.

-      - El remanente de agua, antes de perderse en el arroyo, bien pudo servir para mover las muelas de algún que otro molino harinero.

Pero la fuente y su entorno era lugar de socialización de hombres y mujeres cuyos roles estaban muy definidos: las mujeres eran las encargadas de ir a por agua y a lavar la ropa; por el contrario, los hombres eran los encargados de llevar al ganado a beber.

En cuanto al lavado hay que decir que se hacía, por regla general, el viernes y el sábado, teniendo en cuente que el domingo era fiesta de guardar.

¿Por qué viernes y sábado?. A este respecto hemos de recordar que el día santo para los musulmanes era el viernes, y que en Andalucía, tras la revuelta de las Alpujarras en el siglo XVI los moriscos (musulmanes bautizados) fueron repartidos por toda la geografía andaluza, llegando algunos de ellos a estos lares.

De la misma manera, el día santo de los judíos es el sábado o sabat, por lo que los que se quedaron tuvieron que bautizarse pasando a llamarse conversos, judeoconversos, cristianos nuevos. Para que estas personas no siguieran practicando su antigua religión la Santa Inquisición vigilaba, al igual que sus vecinos, si trabajaban esos días tan señalados en la religión de la que habían renegado. Esto explica, por ejemplo, que la limpieza de las casas se hiciera en sábado, con la obligación de tener abiertas puertas y ventanas.


 Fuente: Asociación Cultural Fuente del Sol

Pero además, la fuente, el lavadero, la alberca, eran generadores de determinados oficios que en la actualidad han desaparecido:

-Los poceros, que eran los encargados de tener limpias las minas de agua que han estudiado, y a buen seguro seguirán haciendo la Asociación Andaluza de Exploraciones Subterráneas. La exploración de las minas de agua de nuestras fuentes ha permitido dar a conocer un patrimonio desconocido que es posible recuperar y que se ha datado en época romana, algo importante, porque hasta ahora se databan en época musulmana. Podemos decir que esto no ha hecho más que empezar.



Maqueta de la fuente, obra de Enrique Vergara. Asociación Cultural Fuente del Sol.

Los poceros eran personas expertas y se conocían las minas como la palma de la mano; siendo una de sus funciones, además, la de mantener en buen estado las lumbreras, elemento fundamental para airear las minas y, además de para bajar a ellas, para sacar todo aquello que fuese perjudicial para el buen estado del agua.


-Los “aguaores” eran personas que tenían la concesión administrativa, por parte del Ayuntamiento, previo pago del correspondiente arbitrio, de repartir agua por las calles de nuestro pueblo. Como es lógico los menos pudientes acudían directamente a la fuente por el líquido elemento, pero había otras personas que compraban el agua a un módico precio a los “aguaores” que recorrían aquellas calles que les había asignado el Ayuntamiento. El agua que repartían era, además de para el consumo, para el lavado de la ropa, por ser agua más fina, o menos gruesa que la que podía facilitar cualquier pozo.

-El guarda de la fuente de la Muela y de su entorno (pilares, lavaderos, alberca…) era un funcionario municipal que tenía que velar por el orden, la compostura y el decoro del lugar, dado que en determinados momentos confluían hombres y mujeres.


JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO


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