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José Ángel Campillo | Una Hermandad dividida

En tiempos pretéritos, cuando los días comenzaban a ganar minutos a las largas y gélidas noches invernales, llegado el 21 de enero, en nuestro pueblo se celebraban fiestas en honor a su Santo Patrón: San Sebastián. Y aunque los mercedarios lo “desbancaron” en 1630, el pueblo lo siguió teniendo como tal pues la Hermandad organizaba en torno a la ermita, además de la correspondiente fiesta religiosa, fiestas populares amenizadas con fuegos de artificio, tal y como las celebradas en el año 1677, donde se gastaron 180 reales en cohetes y 36 en una carga de romero.



Estos fastos seguían celebrándose un siglo más tarde, tal y como ocurría en 1733, fecha en la que se gastaron 30 reales en nueve docenas de cohetes y tres ruedas. Todos estos gastos eran sufragados por las rentas que generaba el arrendamiento de un cuadrejón de tierra que tenía en propiedad la Hermandad del Santo cuya antigüedad bien se podría remontar a finales del siglo XV.

Aunque la festividad fue decayendo con el tiempo, y fundamentalmente a raíz de las desamortizaciones llevadas a cabo a mediados del siglo XIX, el Santo era venerado, no tenemos más que recordar la gran cantidad de personas que eran bautizadas con el nombre de Sebastián e incluso su feminización; o las célebres bambas que el día 21 se hacían en la venta de “la caga” hasta bien entrado los años cincuenta del pasado siglo. Llegados a este punto podemos preguntarnos por qué la Hermandad de Santa María del Alcor tiene recogido en sus reglas que el patrón de la localidad es San Pedro Nolasco y no San Sebastián e incluso San José.

El hecho tiene una explicación, y para ello hemos de remontarnos al año 1940, concretamente al día 13 de enero, fecha en la que se funda oficialmente la Hermandad. Dos días después se decide incorporar a San Pedro Nolasco como Patrón de El Viso. A pesar de ello esta decisión no fue aceptada por los cuarenta hermanos de la Hermandad, suscitando dentro y fuera de la misma controversia, tanta que el 26 de julio de 1941 un grupo de hermanos solicitó al Hermano Mayor, y en base al artículo 64 (capítulo 18 del reglamento) ya que no había reglas, que se celebrase Cabildo Extraordinario con el objeto de aclarar a quién correspondía el patronazgo de la villa porque no lo tenían claro.

Como era una cuestión difícil de atajar, el Hermano Mayor argumentó que la Hermandad no tenía potestad para demostrar quién era el patrón del pueblo, sino que era una competencia que correspondía a la autoridad eclesiástica, y no precisamente a la local, por no existir documento en la parroquia que lo afirmara, al haber ardido el archivo en los sucesos de julio de 1936.

Ante esta situación que dividía a los miembros de la Hermandad intervino el párroco de la localidad, que para evitar discusiones optó por mandar leer la inscripción que hay en la puerta de la casa conventual de mercedarios descalzos (actual centro cultural convento del Corpus Christi). Una vez comprobada la inscripción, el 29 de julio se llega a la conclusión que San Pedro Nolasco es patrón de la villa desde 1630, dando así por zanjada la discusión que había surgido en la Hermandad.

JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO


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