Las continuas lluvias que nos ha deparado el final del invierno y el principio de la primavera han tenido un efecto muy beneficioso. Han limpiado la atmósfera, han llenado los pantanos, han recargado los acuíferos. Se auguran buenas cosechas. El campo está impresionante. Todo un regalo de la naturaleza.
Pero hay algunos inconvenientes. Ha influido en el desarrollo de algunas festividades, el problema de las personas alérgicas al polen con mayor incidencia que otras veces. Y sobre todo el riesgo de incendios.
Con tanta agua, las cunetas, los solares, los parques o los campos, ha hecho que la vegetación sea abundante y frondosa. Próxima a secarse y con el calor se convertirá en un auténtico polvorín con un riesgo de incendio considerable.
Es por lo que todos teníamos que poner nuestro granito de arena:
- No arrojar colillas.
- Cuidado con tirar botellas y trozos de cristal porque pueden actuar como lupas y provocar incendios.
- Limpieza de solares, retirando el pasto.
- Máxima precaución con las barbacoas y las fogatas.
- Control absoluto en la quema de pastos y rastrojos.
- Prohibición absoluta de tirar cohetes, bengalas, tracas o fuegos artificiales a partir de una fecha determinada en que haya posibilidades de riesgo de provocar fuego.
- Puesta a punto de los vehículos. Los tubos de escapes sueltan chispas.
- Los agricultores y parcelistas haciendo cortafuegos en sus fincas.
- El parque de La Muela es muy vulnerable tanto por razones naturales como de la mano de algún desaprensivo. El Ayuntamiento tenía que tener un plan eficaz y contundente al efecto. Si es mucho el desembolso económico podía permitir que los ganaderos pudieran entrar con sus animales. Sobre todo los grandes rebaños de ovejas que pueden hacer cortafuegos naturales, pastando en franjas predeterminadas.
- Tampoco debe olvidar el Ayuntamiento el Sequero y otros arrabales del pueblo.
Esperemos que el verano nos sea leve en este sentido.
Pero hay algunos inconvenientes. Ha influido en el desarrollo de algunas festividades, el problema de las personas alérgicas al polen con mayor incidencia que otras veces. Y sobre todo el riesgo de incendios.
Con tanta agua, las cunetas, los solares, los parques o los campos, ha hecho que la vegetación sea abundante y frondosa. Próxima a secarse y con el calor se convertirá en un auténtico polvorín con un riesgo de incendio considerable.
Es por lo que todos teníamos que poner nuestro granito de arena:
- No arrojar colillas.
- Cuidado con tirar botellas y trozos de cristal porque pueden actuar como lupas y provocar incendios.
- Limpieza de solares, retirando el pasto.
- Máxima precaución con las barbacoas y las fogatas.
- Control absoluto en la quema de pastos y rastrojos.
- Prohibición absoluta de tirar cohetes, bengalas, tracas o fuegos artificiales a partir de una fecha determinada en que haya posibilidades de riesgo de provocar fuego.
- Puesta a punto de los vehículos. Los tubos de escapes sueltan chispas.
- Los agricultores y parcelistas haciendo cortafuegos en sus fincas.
- El parque de La Muela es muy vulnerable tanto por razones naturales como de la mano de algún desaprensivo. El Ayuntamiento tenía que tener un plan eficaz y contundente al efecto. Si es mucho el desembolso económico podía permitir que los ganaderos pudieran entrar con sus animales. Sobre todo los grandes rebaños de ovejas que pueden hacer cortafuegos naturales, pastando en franjas predeterminadas.
- Tampoco debe olvidar el Ayuntamiento el Sequero y otros arrabales del pueblo.
Esperemos que el verano nos sea leve en este sentido.
CESÁREO DE LOS SANTOS
