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Cesáreo de los Santos | Iguales pero distintos

El próximo día 8 de marzo se celebrará el Día Internacional de la Mujer. Habrá declaraciones rimbombantes, proclamas de adhesión, actos reivindicativos, memes en las redes sociales, etc. Cómo siempre intentarán los de un bando y los del otro sacar rédito político a la celebración y enfrentarnos.



En un país dónde alardeamos de la libertad de expresión, voy a dar la mía a sabiendas que es un tema muy complejo en el que más de uno puede tacharme de machista, de rancio, de mariquita o de “feminazi”. Después de más de 40 años de libertad tras el franquismo la tolerancia y el respeto brillan por su ausencia. Mejor callado y detrás de la mata a verlas venir. En estos temas tienes mucho que perder y poco que ganar.

Yo no digo lo que me dicen que diga, yo digo lo que he visto… Y estoy viendo.

Los radicales son muy pocos pero hacen mucho ruido. Destilan odio continuamente. Son de los dos bandos. Unos enarbolan la bandera del progresismo y los otros la del patriotismo. O estás conmigo o estás contra mí. No se puede estar en medio. Para unos si no eres de ellos eres un facha. Para los otros si no eres de ellos, eres un perroflauta. Y algunas  mujeres (ojo sólo algunas) si no dices lo que ellas quieren escuchar eres un machista. Y algunos hombres (ojo sólo algunos) si no dices lo que ellos quieren escuchar te mandarían si pudieran al paredón.

Recuerdo una frase del profesor de psicología Francisco Guil Blanes, que fue director de la Escuela de Magisterio de Sevilla en la década de los setenta del siglo pasado: “hombres y mujeres son iguales pero distintos”.

Iguales ante la ley. Con los mismos derechos y deberes. Todos con las mismas oportunidades. Derechos y deberes de personas y no de hombres o mujeres. Distintos en su comportamiento y aptitudes.



En los dos sexos hay violentos. En el masculino muchos más. Violencia física y psíquica. Dañino es un puñetazo, pero la humillación, el acoso, el insulto, el ninguneo, la indiferencia y la provocación hacen también daño.

Afortunadamente la situación ha cambiado mucho en los últimos 60 años. No ha habido una revolución en el planeta más grande y en menos tiempo que la lucha de las mujeres por la igualdad. A pesar de ello hay algunas que lo que persiguen es tener las prerrogativas para las mujeres que antes injustamente gozaban los varones. No se trata de desbancar, se trata de igualar.

Iguales pero distintos y complementarios. Somos muy diferentes biológica y psíquicamente. Tenemos unos caracteres sexuales distintos. Un sistema hormonal que da distinta respuesta. Un elefante y un ratón son iguales. Los dos son mamíferos pero su distinta corpulencia les hace que en uno prime la fuerza bruta y en el otro la astucia. Lo mismo ocurre con el sexo de las aves y los mamíferos en los que hay dimorfismo sexual. La corpulencia y la fuerza no es la misma. Tampoco la sensibilidad, la intuición o la capacidad de sufrimiento.

Con el  tema de la paridad no es justo que haya tantas quejas. Es un insulto para las mujeres que llegan por sus propios méritos a puestos relevantes. Es cierto que en la judicatura o en altos cargos hay más hombres que mujeres, producto de la educación del pasado, pero también es cierto que hoy hay muchas más mujeres en la Universidad y con mejores notas. En la enseñanza primaria hay un 70 % de maestras frente a un 30 % de maestros. También hay más mujeres que en hombres en la sanidad. Dónde está más desfasado la paridad es en la construcción (más del 90% son hombres) y en el paro (España es el segundo país de Europa con más paro femenino). Estamos demasiado preocupados con la formación y emancipación de la mujer y mucho me temo si no se educa en los mismos valores a todos por igual, dentro de unos años los hombres rematarán amarrados a las rejas de las ventanas, como antiguamente los borricos.  Menos mal que todos los hombres tienen madre.

Desde la década de los setenta del siglo pasado en la escuela pública siempre han estado los alumnos en clases mixtas, con los mismos profesores, las mismas materias y los mismos criterios de evaluación sin distinción de sexo.

Conocí un caso en un instituto a la hora de conceder las matrículas de honor a los mejores expedientes de bachiller que conlleva un descuento en las tasas de la universidad a la que iban a acceder. Atendiendo a los baremos, podían conceder hasta 4 matrículas de honor. Había una profesora que cuando de los 4 hubo tres varones con mejores expedientes propuso que se concedieran equitativamente por sexos. 2 para los alumnos y 2 para las alumnas. En la promoción siguiente esta misma profesora viendo que los mejores expedientes eran los de 3 chicas y un chico abogó que se concedieran por méritos. Doble rasero para medir. Pienso que se le hace un flaco favor a la lucha por  la igualdad con estos detalles.

Significativos son los comentarios de muchas madres, que tienen varones y hembras, a los profesores en el sentido que les preocupa más el futuro del niño que el de la niña. Considerando a sus hijos más nobles e inocentes que a sus hijas. Ellas son más vivas y “espabilás”.

Hablando de brecha salarial en las que hay por ahí quién asegura que las mujeres cobran hasta un 35 % menos que los hombres. Después de 40 años en la enseñanza puedo testimoniar que hemos cobrado exactamente lo mismo hombres que mujeres. Conozco bien el caso de las cuadrillas de "verdeaores" o recolectores de naranjas. Han cobrado siempre lo mismo hombres que mujeres, aunque la carga de las cajas o la recolección de los pimpollos de los olivos o naranjos eran exclusivo de los varones y la recogida de aceitunas y naranjas del suelo de las mujeres. Todo un ejemplo de compañerismo y solidaridad. Es lícito que se preocupen de la brecha que pueda quedar en algunos estamentos entre hombres y mujeres, pero mucho más justo y prioritario es que luchen contra la brutal brecha entre unas profesiones y otras. Comparen las de un controlador aéreo y la de un jornalero agrícola. Lo mismo  cobra un controlador que una controladora aérea, 120 euros/hora de media, frente a los 7 euros/hora que cobra un jornalero o jornalera.

Pregunten a los padres y madres de matrimonios separados o divorciados. La misma realidad y cómo varía la versión contando las desavenencias. Igualdad total en la patria potestad con los mismos derechos y los mismos deberes.

Un poco más superficial, seguimos con las diferencias. Final de fiesta en una boda. Las chicas bailando pasándoselo bien, los chicos en la barra libre poniéndose "púos" de alcohol. Lo mismo en una caseta de ferias. Ni mejor ni peor, distintos. Hablo de generalidades. Hay muchas excepciones.

El próximo día 8 de marzo se celebrará el Día Internacional de la Mujer. Habrá declaraciones rimbombantes, proclamas de adhesión, actos reivindicativos, memes en las redes sociales, etc. Cómo siempre intentarán los de un bando y los del otro sacar rédito político a la celebración y enfrentarnos.

En un país dónde alardeamos de la libertad de expresión, voy a dar la mía a sabiendas que es un tema muy complejo en el que más de uno puede tacharme de machista, de rancio, de mariquita o de “feminazi”. Después de más de 40 años de libertad tras el franquismo la tolerancia y el respeto brillan por su ausencia. Mejor callado y detrás de la mata a verlas venir. En estos temas tienes mucho que perder y poco que ganar.

Yo no digo lo que me dicen que diga, yo digo lo que he visto… Y estoy viendo.

Los radicales son muy pocos pero hacen mucho ruido. Destilan odio continuamente. Son de los dos bandos. Unos enarbolan la bandera del progresismo y los otros la del patriotismo. O estás conmigo o estás contra mí. No se puede estar en medio. Para unos si no eres de ellos eres un facha. Para los otros si no eres de ellos, eres un perroflauta. Y algunas  mujeres (ojo sólo algunas) si no dices lo que ellas quieren escuchar eres un machista. Y algunos hombres (ojo sólo algunos) si no dices lo que ellos quieren escuchar te mandarían si pudieran al paredón.

Recuerdo una frase del profesor de psicología Francisco Guil Blanes, que fue director de la Escuela de Magisterio de Sevilla en la década de los setenta del siglo pasado: “hombres y mujeres son iguales pero distintos”.

Iguales ante la ley. Con los mismos derechos y deberes. Todos con las mismas oportunidades. Derechos y deberes de personas y no de hombres o mujeres. Distintos en su comportamiento y aptitudes.


En los dos sexos hay violentos. En el masculino muchos más. Violencia física y psíquica. Dañino es un puñetazo, pero la humillación, el acoso, el insulto, el ninguneo, la indiferencia y la provocación hacen también daño.

Afortunadamente la situación ha cambiado mucho en los últimos 60 años. No ha habido una revolución en el planeta más grande y en menos tiempo que la lucha de las mujeres por la igualdad. A pesar de ello hay algunas que lo que persiguen es tener las prerrogativas para las mujeres que antes injustamente gozaban los varones. No se trata de desbancar, se trata de igualar.

Iguales pero distintos y complementarios. Somos muy diferentes biológica y psíquicamente. Tenemos unos caracteres sexuales distintos. Un sistema hormonal que da distinta respuesta. Un elefante y un ratón son iguales. Los dos son mamíferos pero su distinta corpulencia les hace que en uno prime la fuerza bruta y en el otro la astucia. Lo mismo ocurre con el sexo de las aves y los mamíferos en los que hay dimorfismo sexual. La corpulencia y la fuerza no es la misma. Tampoco la sensibilidad, la intuición o la capacidad de sufrimiento.

Con el  tema de la paridad no es justo que haya tantas quejas. Es un insulto para las mujeres que llegan por sus propios méritos a puestos relevantes. Es cierto que en la judicatura o en altos cargos hay más hombres que mujeres, producto de la educación del pasado, pero también es cierto que hoy hay muchas más mujeres en la Universidad y con mejores notas. En la enseñanza primaria hay un 70 % de maestras frente a un 30 % de maestros. También hay más mujeres que en hombres en la sanidad. Dónde está más desfasado la paridad es en la construcción (más del 90% son hombres) y en el paro (España es el segundo país de Europa con más paro femenino). Estamos demasiado preocupados con la formación y emancipación de la mujer y mucho me temo si no se educa en los mismos valores a todos por igual, dentro de unos años los hombres rematarán amarrados a las rejas de las ventanas, como antiguamente los borricos.  Menos mal que todos los hombres tienen madre.  

Desde la década de los setenta del siglo pasado en la escuela pública siempre han estado los alumnos en clases mixtas, con los mismos profesores, las mismas materias y los mismos criterios de evaluación sin distinción de sexo.

Conocí un caso en un instituto a la hora de conceder las matrículas de honor a los mejores expedientes de bachiller que conlleva un descuento en las tasas de la universidad a la que iban a acceder. Atendiendo a los baremos, podían conceder hasta 4 matrículas de honor. Había una profesora que cuando de los 4 hubo tres varones con mejores expedientes propuso que se concedieran equitativamente por sexos. 2 para los alumnos y 2 para las alumnas. En la promoción siguiente esta misma profesora viendo que los mejores expedientes eran los de 3 chicas y un chico abogó que se concedieran por méritos. Doble rasero para medir. Pienso que se le hace un flaco favor a la lucha por  la igualdad con estos detalles.

Significativos son los comentarios de muchas madres, que tienen varones y hembras, a los profesores en el sentido que les preocupa más el futuro del niño que el de la niña. Considerando a sus hijos más nobles e inocentes que a sus hijas. Ellas son más vivas y “espabilás”.

Hablando de brecha salarial en las que hay por ahí quién asegura que las mujeres cobran hasta un 35 % menos que los hombres. Después de 40 años en la enseñanza puedo testimoniar que hemos cobrado exactamente lo mismo hombres que mujeres. Conozco bien el caso de las cuadrillas de "verdeaores" o recolectores de naranjas. Han cobrado siempre lo mismo hombres que mujeres, aunque la carga de las cajas o la recolección de los pimpollos de los olivos o naranjos eran exclusivo de los varones y la recogida de aceitunas y naranjas del suelo de las mujeres. Todo un ejemplo de compañerismo y solidaridad. Es lícito que se preocupen de la brecha que pueda quedar en algunos estamentos entre hombres y mujeres, pero mucho más justo y prioritario es que luchen contra la brutal brecha entre unas profesiones y otras. Comparen las de un controlador aéreo y la de un jornalero agrícola. Lo mismo  cobra un controlador que una controladora aérea, 120 euros/hora de media, frente a los 7 euros/hora que cobra un jornalero o jornalera. 

Pregunten a los padres y madres de matrimonios separados o divorciados. La misma realidad y cómo varía la versión contando las desavenencias. Igualdad total en la patria potestad con los mismos derechos y los mismos deberes.

Un poco más superficial, seguimos con las diferencias. Final de fiesta en una boda. Las chicas bailando pasándoselo bien, los chicos en la barra libre poniéndose "púos" de alcohol. Lo mismo en una caseta de ferias. Ni mejor ni peor, distintos. Hablo de generalidades. Hay muchas excepciones.
No se debe generalizar pero somos distintos hasta para ver la televisión. Unos prefieren el fútbol y los bichos de la “dos” y las otras los “realityes” y vanidades de la “cinco”

En cuanto a la vestimenta, basta observar el congreso de los diputados, una boda o una procesión de Semana Santa en que casi todos los hombres van uniformados; traje oscuro, corbata y zapatos negros. No hay dos mujeres que lleven el mismo traje, igual talle, el mismo color o idénticos zapatos. Las mujeres tienen el ropero lleno de "noséqueponerme" y los hombres de "estomismo".

¿Y las aventuras? ¡Ojú las aventuras! Los hombres tienen una y cuentan veinte; las mujeres tienen veinte y cuentan una.

Si miramos un grupo de washapp de mujeres veremos que se dan los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches, el cómo está tu madre, tu padre, tu niño o tu abuela. También intercambian fotos con “guapas” o estampas, imágenes con frases bonitas y bucólicas. ¡Qué finas y educadas! En los de varones, algo de política arrimando cada cual el ascua a su sardina y un mucho de fútbol y de "burraqueo" intercambiando fotos, vídeos de mujeres desnudas o chistes machistas. ¡Qué brutos!

Admirables las mujeres visueñas que han sido a lo largo de la historia liberales y "echás palante". Después de la guerra civil muchas viudas o con los maridos en las cárceles, perseguidas y arruinadas se colgaron el canasto y se convirtieron en recoveras para llevar a Sevilla huevos, hortalizas, garbanzos, carne y pringás de El Viso. Justamente se ha erigido en nuestro pueblo la estatua a la Recovera.

Otras se fueron a trabajar como criadas (servicio doméstico) para sacar a sus familias adelante. Una hortelana enviudó en 1926 con 32 años, con 5 hijos y varios abortos, a base de esfuerzo y capacidad compró a cada hijo una huerta. Montones de costureras, otras trabajaban el barro o se iban a las tareas (recolectar aceitunas) con toda la familia. Rebuscaban espigas o mazorcas. Un homenaje también se merecen todas las abuelas que con las adversidades que han tenido sus hijos, se han hecho cargo de manutención y educación de los nietos. Bastantes menos admirables son los hombres solteros o viudos, tristes y apocados.

Coquetas, trabajadoras y alegres, decían las maireneras que las mujeres de El Viso se pintaban hasta para barrer la puerta. Era conocido el dicho de que las visueñas con una cola de bacalao hacían dos guisos.

La igualdad entre sexos no es una lucha de mujeres contra hombres o viceversa. Es una lucha de personas que tienen los mismos derechos y los mismos deberes. Hay que ser implacables con los acosadores y violadores que no las respetan. Medidas más contundentes y control absoluto de todos los sospechosos. La vida de una sola mujer vale más que todo el dinero del mundo. Ni una más. En este sentido tenemos que ir todos a por todas, hombres y mujeres. Ni una más. 

Lo más importante para conseguir la igualdad es la educación. Sobre todo la que damos en casa y en la escuela porque la televisión, los medios de comunicación y las redes sociales dejan mucho que desear. Educar en la igualdad, en el respeto y la tolerancia con todo lo distinto: sexo, tendencia sexual, condición social, raza, patria, ideología y que sean buenas personas porque las buenas personas ayudan, respetan y toleran. 

Para terminar relataré el chiste de un andaluz hablando sobre estos temas con un mejicano.

Pongan el deje  típico de los mejicanos.
- "En Méjico somos todos muy machos".
A lo que le replicó el andaluz.
- "Pues en Andalucía somos machos y hembras y nos lo pasamos mejor".

Lo dicho iguales pero distintos.




No se debe generalizar pero somos distintos hasta para ver la televisión. Unos prefieren el fútbol y los bichos de la “dos” y las otras los “realityes” y vanidades de la “cinco”.

En cuanto a la vestimenta, basta observar el congreso de los diputados, una boda o una procesión de Semana Santa en que casi todos los hombres van uniformados; traje oscuro, corbata y zapatos negros. No hay dos mujeres que lleven el mismo traje, igual talle, el mismo color o idénticos zapatos. Las mujeres tienen el ropero lleno de "noséqueponerme" y los hombres de "estomismo".

¿Y las aventuras? ¡Ojú las aventuras! Los hombres tienen una y cuentan veinte; las mujeres tienen veinte y cuentan una.

Si miramos un grupo de washapp de mujeres veremos que se dan los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches, el cómo está tu madre, tu padre, tu niño o tu abuela. También intercambian fotos con “guapas” o estampas, imágenes con frases bonitas y bucólicas. ¡Qué finas y educadas! En los de varones, algo de política arrimando cada cual el ascua a su sardina y un mucho de fútbol y de "burraqueo" intercambiando fotos, vídeos de mujeres desnudas o chistes machistas. ¡Qué brutos!

Admirables las mujeres visueñas que han sido a lo largo de la historia liberales y "echás palante". Después de la guerra civil muchas viudas o con los maridos en las cárceles, perseguidas y arruinadas se colgaron el canasto y se convirtieron en recoveras para llevar a Sevilla huevos, hortalizas, garbanzos, carne y pringás de El Viso. Justamente se ha erigido en nuestro pueblo la estatua a la Recovera.

Otras se fueron a trabajar como criadas (servicio doméstico) para sacar a sus familias adelante. Una hortelana enviudó en 1926 con 32 años, con 5 hijos y varios abortos, a base de esfuerzo y capacidad compró a cada hijo una huerta. Montones de costureras, otras trabajaban el barro o se iban a las tareas (recolectar aceitunas) con toda la familia. Rebuscaban espigas o mazorcas. Un homenaje también se merecen todas las abuelas que con las adversidades que han tenido sus hijos, se han hecho cargo de manutención y educación de los nietos. Bastantes menos admirables son los hombres solteros o viudos, tristes y apocados.

Coquetas, trabajadoras y alegres, decían las maireneras que las mujeres de El Viso se pintaban hasta para barrer la puerta. Era conocido el dicho de que las visueñas con una cola de bacalao hacían dos guisos.

La igualdad entre sexos no es una lucha de mujeres contra hombres o viceversa. Es una lucha de personas que tienen los mismos derechos y los mismos deberes. Hay que ser implacables con los acosadores y violadores que no las respetan. Medidas más contundentes y control absoluto de todos los sospechosos. La vida de una sola mujer vale más que todo el dinero del mundo. Ni una más. En este sentido tenemos que ir todos a por todas, hombres y mujeres. Ni una más.

Lo más importante para conseguir la igualdad es la educación. Sobre todo la que damos en casa y en la escuela porque la televisión, los medios de comunicación y las redes sociales dejan mucho que desear. Educar en la igualdad, en el respeto y la tolerancia con todo lo distinto: sexo, tendencia sexual, condición social, raza, patria, ideología y que sean buenas personas porque las buenas personas ayudan, respetan y toleran.

Para terminar relataré el chiste de un andaluz hablando sobre estos temas con un mejicano.

Pongan el deje  típico de los mejicanos.
- "En Méjico somos todos muy machos".
A lo que le replicó el andaluz.
- "Pues en Andalucía somos machos y hembras y nos lo pasamos mejor".

Lo dicho iguales pero distintos.

CESÁREO DE LOS SANTOS

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