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Cesáreo de los Santos | El Arroyo de las Melojas

De todos es conocida la fina ironía de los visueños. Pura ironía es llamarle el arroyo de Las Melojas al que debió ser el arroyo de Las Mierdas.



Una de las recetas antiguas de nuestra rica repostería eran las melojas de calabaza. Trozos de calabaza que se echaban un día entero en agua de cal para endurecerlas, a continuación se cocían para terminar regándolas copiosamente con miel.

Conocidos son el arroyo de La Muela que tiene su nacimiento en la fuente de la que toma el nombre. El arroyo de las Almenillas (Alcantarilla) o el arroyo del Moscoso.

Menos conocidos y hoy desaparecidos son el arroyo de Las Melojas y el de Juanico (que se abastece de la fuente del Palacio).

Posiblemente justo dónde está el kiosko frente a la rotonda de la calle La Muela habría un manantial en tiempos remotos. Los antiguos alfareros de El Viso aprovecharon la erosión del arroyo para crear una cantera de barro para fabricar sus ladrillos y tejas. Con el tiempo lo que era un pequeño arroyo se convirtió en un gran barranco limitado por paredes verticales que eran un verdadero peligro al no estar señalizado ni balizado, ya que por la parte de arriba discurría el camino de la Estación del Tren, actual carretera de La Vega.

Se cuenta que un ciego vendiendo cupones tuvo la mala fortuna de caer al fondo. Lo mismo le ocurrió al antiguo municipal (policía local) Manolo el Cerezo que cayó con un coche descapotable en la década de los 50 del siglo pasado. En ambos casos salieron ilesos los accidentados.

Antes de mediados de la década de los 60 era raro, que en las casas de El Viso, hubiera retretes o cuartos de baño. La gente hacía sus necesidades en los corrales de sus casas o en los vericotales (palabra en desuso que quiere decir arrabal, lugar escabroso de difícil acceso), que eran verdaderos “cagaeros”. Pues sí… el barranco era un lugar escabroso de difícil acceso, con arbustos de ricino, escardanchas y otros matojos dónde era cómodo hacer las necesidades sin que te molestaran. Así lo hacían muchos vecinos de las calles La Muela, Cañalizo, la calle El Sol, traseras de la calle Real, de la Carretera y otras calles aledañas. Tanta gente lo frecuentaba que estaba lleno de mierdas por todos lados.

El color de las mierdas cuando le daba un poco el sol y el aire semejaban al color de las melojas de calabaza con miel. De ahí la acepción popular del arroyo de Las Melojas.

A partir de los sesenta el arroyo fue rellenándose con escombros para convertirse en la explanada del parque de La Muela que linda con la calle Sol. Desde entonces todos los equipos de gobierno de nuestro ayuntamiento han puesto de su parte para tener un parque digno para nuestro pueblo, pero se ve que son muchos jóvenes y menos jóvenes que dejan basura, hacen destrozos o pintan la fuente de La Muela, dando pena algunos días su lamentable estado. Es tarea de todos colaborar y “educar a los infractores” para que podamos disfrutar del Parque de La Muela. El Viso y la gran mayoría de los visueños se lo merecen. No vaya a ser que le pongan algún nombre irónico al Parque como hicieron con el arroyo.



CESÁREO DE LOS SANTOS
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