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Cesáreo de los Santos | El pare macho

En la actualidad los juegos infantiles se desarrollan principalmente en los domicilios con las tablets, las videoconsolas, los móviles y otros artilugios electrónicos. Antes los niños de El Viso “estaban tor día tiraos en la calle” . Son muchos los juegos que están casi perdidos o desaparecidos del todo. Se jugaba “los niños con los niños y las niñas con las niñas”. La picarona, las cocinitas, las muñecas, el elástico, el yoyó, los cromos, la gallinita ciega, la comba, en las niñas. La bombilla, la lima, el salto la muerte, a "piola" con o sin “espoliniqui” que era un golpe dado con el tacón en el trasero mientras se saltaba, el látigo, el lapo, a las bolas, al trompo, a las monichas, al aro, a la pelota, a la quincarra, al escondite en los varones. Mención aparte merecen la billarda y el paremacho.



El paremacho era la versión genuina visueña del juego de coger o de policías y ladrones de otras zonas.  Juego de equipo, de cooperación y de estrategia. Eran dos bandos; el de los policías o carceleros y el de los ladrones o libres. Para ver quién se quedaba como policía o carcelero y elegir a los ladrones se recitaba la cancioncilla del PARE MACHO con soniquete, señalando en cada verso con el dedo y la mano extendida a cada uno de los participantes. Cuando se llegaba a la última frase o verso el señalado era el que se liberaba. Así sucesivamente hasta que quedaban los tres últimos y se convertían en los carceleros o policías. 

Mi pare es macho, 

El tuyo un carnero,

Toca la guarda, 

Toca el cencerro,

Martín de la Carzá.

Tú te pierdes, 

Tú te vas.

Alto,

Cerro,

Molino,

Cagajón de cochino,

Periquillo fue a la fuente,

Corre vete,

y a esconderte.

(1960)

Los carceleros eran tres o cuatro, según el número de participantes en el juego. Uno se quedaba de guarda en la cárcel dónde iban metiendo a los que cogían persiguiéndolos . Bastaba con tocar para que ingresaran. Los que estaban libres podían acercarse a la cárcel y liberar con un solo toque con la mano en cualquier parte del cuerpo a los presos, teniendo cuidado que no lo tocase el carcelero pues en ese caso era preso también. La cárcel no era ni chica ni grande y estaba señalada en la acera si se jugaba en la calle o en un terreno acotado señalado en el suelo con un palo.

Ha llegado a mis manos gracias a Joaquín Belloso Vargas, un trabajo que hizo Francisco Peláez del Espino, sobre el juego del Paremacho. Fue profesor de dibujo en el instituto San Isidoro de Sevilla y en la Facultad de Bellas Artes. Hombre muy culto y amante de las cosas de nuestro pueblo. Nos ha legado escritos muy interesantes . Formó parte del equipo del malogrado Juan Bautista en la fundación  del Colegio Libre Adoptado San Pedro Nolasco (La Academia) en 1964, primer centro de enseñanza secundaria en El Viso. A continuación versión escrita de su puño y letra en 1941 del Paremacho.


Difiere un poco de la que usábamos los niños de dos décadas después. El padre se convirtió en pare, Martín de las Casás pasó a ser Martín de la Carzá, el verso Altos cerros se transformó en dos: Alto, Cerro.

Elabora Peláez un estudio extenso, pormenorizado y exhaustivo en todos los sentidos. Hace una introducción, cómo él los llama, de los “versos lúdicos del folclore infantil alcoreño” y se plantea que pueda que se trate de una fórmula ritual secreta repetida por el pueblo para indicar una ruta mágica o telúrica en Los Alcores desde tiempos ancestrales.

A continuación plantea un análisis de estos versos de arte menor, de la métrica y la composición de la cancioncilla. Propone además una clave numérica.

Termina explicando cada verso en un estudio críptico con el origen y evolución de nuestro pueblo, su relación con la madre tierra y con fuerzas ocultas.

Los versos más significativos son:

Altos cerros, relacionándolos con el de Santa Lucía (La Santa), el de la Tablá, el de la Iglesia y el del Calvario.


Los Molinos no duda en señalar a los de Alcaudete (San Miguel, Santa Bárbara, San Nicolás y San Antonio).

Y las fuentes, la de la Muela, la de la Luná, y la del Sol.

Qué nombres más bonitos tienen nuestros cerros, nuestros molinos y nuestras fuentes.

El Paremacho pertenece al patrimonio cultural inmaterial de nuestro pueblo.

P. D. Si quieres conocer el trabajo de Francisco Peláez, dímelo por privado y te mando una copia.

 


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