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José Ángel Campillo | Francisco Javier Santos García, un luchador nato

“Al olmo viejo, hendido por el rayo

Y en su mitad podrido

Con las lluvias de abril y el sol de mayo

   Algunas hojas verdes le han salido”

                                                                       (Antonio Machado. A un olmo seco)

                                                                    

Coincidiendo con el 90 aniversario de la proclamación de la II República, el colectivo ecologista Solano  rindió el pasado miércoles un sentido homenaje a Francisco Javier Santos García (El Viso, 19 de septiembre de 1968-3 de marzo de 2019).




Hombre comprometido con mil y un causas, incansable, culto, gran conversador, irónico, inconformista, polifacético…

La pintura era una de sus grandes pasiones, disfrutaba hilvanando, pincelada a pincelada, sus bellas composiciones pictóricas con las que recreaba  escenas, entre ellas las de nuestro pueblo, su pueblo.

De la misma manera era docto en el arte de la escritura, en distintas variantes, hecho que le permitió participar en distintos concursos literarios en los que obtuvo reconocimiento, es el caso del  primer premio y  premio autor local en el X Certamen de Relatos Cortos Ulises con la obra “Volver” (2002).

Finalista en el V Premio encuentro de dos mundos, de Francia, con la obra “El bosque del hombre huraño” (2004).

Premio al autor local en el XIV Certamen de Relatos Cortos Ulises con la obra “Echa vino, montañés” (2005).

Por otra parte publicó varios artículos en la revista Amigos de El Viso:

En el nº 15 (2003) “Breve historia sobre la Huerta Abajo”, en el nº 16 (2004) El gran túmulo de Alcaudete: “la Motilla”, en el nº 18 (2006) Anca los Vázquez, en el nº 19 (2007) La Tablada, ciudad milenaria en la Cornisa de los Alcores, y en el  nº 25 (2019) Diccionario visueño.

Publicó en la revista Cultural  de los Cuidados nº 15 del departamento de enfermería de la Universidad de Alicante el relato “Amiga enemiga mía” (2004).

Este amor por las letras quedó plasmado en el reconocimiento que le hizo el Ayuntamiento de nuestro pueblo al designar con su nombre el certamen de relatos cortos que hasta 2019 se llamaba Ulises.

De toda su producción literaria me quedo con su libro Diccionario visueño que tuve el gran honor de prologar. Desde el primer momento me gustó la portada que rinde  homenaje a uno de los rincones más emblemáticos de nuestra localidad: el rincón del pilar, pero en este caso, en tiempos pretéritos. Javier hace una recreación  en la que destacan, enmarcados por un bucólico cielo y por tonos ocres del suelo alcoreño, el blanco de las paredes de las edificaciones y el verde intenso del zócalo del palacio de los Condes del Castellar. Tal vez quiso hacer un guiño a los colores de la bandera de nuestra tierra.

Transcribo el prólogo que escribí para su diccionario visueño como pequeño homenaje a a esta gran persona:

“Decía Máximo Gorki que para triunfar en la lucha por la vida, el hombre ha de tener o una gran inteligencia o un corazón de piedra. En el caso de Javier Santos, he de decir que estamos ante un hombre de gran inteligencia, y al mismo tiempo con un gran corazón que ha sabido conchavearme para que prologue su diccionario de términos visueños. Para tal menester, y como es preceptivo, lo primero que hice fue leerlo, y la verdad, la primera impresión que me dio es que no tenía mala chicha.

Es una obra novedosa que está empeta de términos propiamente visueños o que se emplean o han empleado en nuestro pueblo. Puedo decir, fítetu que Javier ha hecho un buen trabajo, un estudio muy espercuío que tiene un magnífico esplante. Ha estudiado, bajo una perspectiva antropológica, un hecho social tan importante para una sociedad como es el lenguaje, que en sí ya es un hecho social pues es el principal elemento socializador.

No quIsiera ser h´artible ni pejiguera en este prólogo, porque el verdadero protagonista es el diccionario que  tiene por objeto dar a conocer parte de nuestro patrimonio inmaterial  con el firme propósito de difundirlo, conservarlo y valorarlo.

He de decir que me he divertido al leer todas y cada una de las palabras que aquí aparecen; términos pacientemente recopilados  que no son más que la muestra de esa riqueza cultural que, si no lo remediamos, se disipará en el mundo globalizado en el que vivimos, porque es nuestra obligación dar a conocer todo aquello que forma parte de nuestra idiosincrasia de pueblo que  pretende seguir siéndolo, que debe de luchar por serlo. Por todo ello os invito a leer y a gozar con esta obra que, como muy bien dice su autor, está abierta a nuevas sugerencias y aportaciones”.



JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO DE LOS SANTOS

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