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Cesáreo de los Santos | Expresiones de visueños antiguos

Viendo la gestión que están haciendo nuestros políticos con la brutal pandemia que estamos padeciendo y más preocupados de sus intereses partidistas que de la salud de los ciudadanos, se me vienen a la memoria frases de personajes de una época en la que ellos eran mayores y yo un joven "dieciochoañero" comprometido políticamente. "To es mentira! o !A mi me la van a dar! 




Estudiaba en Sevilla a principios de la década de los 70 del siglo pasado y aprovechaba para irme con un tío abuelo mío, Rafael Encaja y su hijo Antonio el Calentito que en su coche iban diariamente a la capital. No faltaba la conversación de un joven idealista defendiendo un cambio democrático del país con una persona que había vivido la monarquía de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la Guerra Civil, los Años de la "Jambre" y el franquismo en todas sus fases. Siempre remataba mi tío Rafael con: -Niño… !To es mentira!

En la misma época y siendo un devorador de lo que contaban los mayores entablé una buena amistad con un vecino mío… Antonio el Malambre que era un dechado de simpatía, desparpajo, verborrea y dichacharería. Albañil y pintor. Presumía que había pintado el techo de una cocina comiendo la familia debajo. No derramaba ni una gota. Hay que tener en cuenta que se blanqueaba con cal aplicada con brocha gorda. Hablando de los mismos temas que con mi tío abuelo Rafael tenía otra expresión que yo en aquella época no compartía: "!A mí me la van a dar!"



 
No sé si es la sociedad la que ha evolucionado o soy yo, que me he hecho mayor, pero con los temas políticos y sociales actuales (covid, autonomías, emigración, pactos contranatura, indultos, rey emérito, tarifas eléctricas ...) pienso lo mismo: !To es mentira! o !A mí me la van a dar!

Otra expresión de una época visueña en la que no había democracia refiriéndose a los servidores públicos, decía Baldomero Roldán: ¡Ésa es la política del dornajo! (comedero largo dónde se le echaba el pienso a los cochinos). Los cochinos bien colocados en el dornajo los que estaban tragando, todos callados. Los que estaban fuera, y no comían, gruñían desesperadamente empujando a los otros cerdos para colocarse en el dornajo y quitarle el sitio y el "tragaero".




Un tiempo distinto. Guerras. Crisis. Mucha hambre. Persecución, Calamidades. Jucemo era el mote de un visueño que a principios del siglo pasado recolectaba plantas y flores aromáticas de los Alcores para luego venderlas. poleo, tomillo, hinojo y sobre todo alhucema. De esta última denominada también espliego o lavanda vendía las flores secas que servían para echarlas en las copas de cisco desprendiendo un olor característico. De ahí le provenía el mote. De alhucema, Jucemo. Aprovechaba para cambiar trapos por muñequitos de tela que con gran destreza fabricaba. Pregonaba por las calles la alhucema (!jusema!) y muñequitos. En una ocasión hizo guardias civiles. Y pregonaba:

 ¡Cambio civilitos por trapos!




Detalle que no gustó mucho a la esposa de un guardia civil. Lo condujeron al cuartel y le dieron una buena paliza.
 
A los pocos días pregonando por las calles de El Viso, unas mujeres “sentadas en la puerta”, de pitorreo le preguntaros que qué muñecos cambiaba ese día, a lo que él contestó y quedó durante un tiempo como expresión cuando a uno lo provocaban.

¡Hoy cambio putitas por civilitos!.

No sabemos si se refería a las mujeres de los de la Benemérita o a las mujeres que lo habían provocado. Las dos frases quedaron de moda durante un tiempo en el pueblo.

Su hija Ramona ayudaba a Jucemo vendiendo por las calles las aromáticas y manualidades que fabricaba la familia en casa, molinillos de papel, escarapelas, abanicos y objetos de artesanía. Contrae matrimonio con un vendedor de bisuterías al que acompaña vendiendo de pueblo en pueblo. Significado políticamente. En los prímeros días de la Guerra Civil lo detienen y se lo llevan al famoso barco Cabo Carvoeiro en el que, como tantos otros, desapareció para siempre. Ramona la Jucema, enloqueció y en sus alucinaciones lo veía venir con un caballo blanco. Se dedicó a la recogida de cartón, trapo y chatarra llamando primo a todo el que comerciaba con ella. Quedó la frase de Tienes más primos que la Jucema. Adoptadaba a perros vagabundos que llevaba a su pequeña casa que estaba dónde se ubica el actual bar La Muela, en que con la chatarra, los cartones, los trapos y los perros salía un olor nauseabundo.

Una estampa visueña de la época franquista era ver a Manolo el Campanero por las calles del pueblo con la capillita de la Virgen del Carmen, con su pañuelo en la boca evitando las babas que escapaban involutarias de su boca. Apreciado y querido por todos, cada día a una casa. Dudo si en esto de la política quizá sea mejor decir como el bueno de Manolo cuando se le “metían los dedos” con estos temas: Yo soy como los santos de la iglesia: mudo, ciego y sordo". Porque hay que ver en esto de la política, tener que pasar por lo que uno no es.



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