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Cesáreo de los Santos | En el paseo estaba

Jueves, sábados y domingos eran los días del paseo. El paseo era el encuentro de los chavales hasta mediados de la década de los setenta del siglo pasado. Desapareció cuando abrieron los primeros bares de copas y discotecas de El Viso. La calle Real desde la Plaza de Abastos hasta la plaza de la Recovera se ponía a tente bonete de jóvenes buscando novio o novia. Las pandillas o tercios tanto de varones como de muchachas se encontraban de nueve a once de la noche. 

Los más atrevidos se acercaban a algunas con la expresión:
 - ¿Un paseíto? La respuesta era clara.
 - ¡No! A veces, muchas veces la boca mentía y negaba lo que sentía el corazón. Los varones tenían que perseverar. 

Se terminaba el paseo y las chicas de regreso a sus casas contaban lo simpático que era fulano, lo bien vestido que iba mengano o qué bien olía la colonia de zutano

Los chicos… muchos a los bares, como el de los Vázquez, el Teja o el Esterilla a contar las batallitas del encuentro o de lo “güena” que estaba fulanita. Cuando uno no se había atrevido a acercarse a la que le gustaba, el más desbocado le decía:

 - “Tú eres maricón” a lo que el insultado respondía: 

- ¡Po tráeme a tu hermana! Vaya sorpresa me llevé pensando que era una expresión visueña cuando indagando descubrí que es una frase universal. El famoso jugador de fútbol internacional sueco Zlatan Ibrahimovic en una entrevista, a la pregunta del reportero de si era gay le contestó lo mismo que hacían los jóvenes visueños menos atrevidos.

Cuando se ligaba por fin y al cabo de varias tentativas, la pandilla se reducía a dos o tres aparceros (que es el nombre que recibían aquellos cuyas pretendientas eran amigas y salían juntas). Era normal ir "anca la Ramona” que tenía un puesto de chucherías en la casa que estaba justo enfrente de la calle Real a comprarle pipas. Qué buenas sabían aquellas pipas compartidas. También a los quioscos que había a ambos lados de la carretera que más tarde se quedaron en la plaza de la Recovera, “el de la Lola y el del Emilio”

Si durante la semana algún muchacho o muchacha veía al pretendiente o a la pretendienta de un amigo o amiga le espetaba: 

- "He dao un vistazo pa ti

Poco a poco el grupo de dos o de tres que llegaban al paseo, se separaban y paseaban por fin juntos la pareja. Era el momento de declararse. Qué trabajito les costaba a algunas muchachas dar el sí por las advertencias de su madre o abuela de las malas intenciones de los chavales.

Otra pareja habitual en el paseo era la de los municipales para mantener el orden y calentar con la chivata (nombre que se le daba a la porra en El Viso) a los que se sobrepasaban dándoles pellizcos en el culo a las niñas o tropezarse haciéndose el longui para rozarse. Agresiones habituales que soportaban las chavalas y que era un galardón para los acosadores de aquella época.

En verano era más fácil el encuentro pues quedaban las pandillas tanto de ellas como de ellos para hacer las carrozas para la romería. La época de las de los papelillos cortados era prácticamente todo el verano y casi todos los días.

Consolidar el noviazgo tardaba meses e incluso años. Se hacía oficial cuando el pretendiente le “pedía la puerta al suegro”. A partir de ese momento se podía “pelar la pava detrás de la puerta”. Cuántos secretos guardan esas puertas. Fue un paso atrás el paso de los pantalones con botones en la portañuela a los que tenían cremallera. Cuando se sentían los pasos desde dentro o desde fuera de la casa no tuvieron nunca problemas las braguetas con botones. Me contó un amigo que se la pilló con la cremallera y me aseguró que era el dolor más grande que nunca había sentido con el agravante de no poder ni quejarse.

Hablando de braguetas. Pegar un braguetazo es una expresión conocida en todas partes. Es casarse con una mujer rica por interés. En El Viso se le aplicó a varios vecinos de aquella época el haber dado el braguetazo. Cuando a más de uno se le ha dicho la suerte que ha tenido con su mujer por ser guapa, rica, tener una carrera o una buena colocación la respuesta del afortunado en nuestro pueblo durante un tiempo fue siempre la misma:

- "En el paseo estaba".


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