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Marco Antonio Campillo | El Viso y la Batalla de Lepanto

Hace 450 años, cuando en el Imperio Hispánico de Felipe II “nunca se ponía el sol”, tuvo lugar, la mayor batalla naval de la Historia Moderna, "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes ni esperan ver los venideros”, en palabras de Miguel de Cervantes, que recibió tres disparos de arcabuz en el brazo izquierdo, siendo conocido, desde entonces, como el manco de Lepanto.


Esta famosa batalla, que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, festividad de la Virgen del Rosario, se desarrolló en la ciudad griega de Lepanto, en el golfo de Corintio. En ella se enfrentaron más de 400 galeras y unos 200.000 hombres, repartidos en dos bandos: La Santa Liga (España, Venecia, Génova, Saboya, la Orden de Malta y los Estados Pontificios) contra la poderosa flota turca.

La victoria del bando cristiano, dirigido por don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, supuso un frenazo en seco al expansionismo turco hacia Europa y el Mediterráneo Occidental, así como un reforzamiento de la hegemonía de España en el mundo, aunque a un duro precio, ya que el mar se tiñó de rojo con la sangre de 61.000 soldados, que murieron o sufrieron heridas durante las seis horas del confuso combate naval.

En esta cruenta batalla, que pudo cambiar el devenir de la Historia, participó el Señor de El Viso y algunos de sus vasallos de este pequeño rincón de Los Alcores, teñido por un mar de albero y espolones calcáreos.

Fernán Arias de Saavedra, VII Señor de El Viso, IV Conde del Castellar, Alfaqueque Mayor de Castilla, Comendador de Castroverde de la Orden Militar de Santiago, Capitán de Arcabuceros en Nápoles y Flandes y combatiente en la guerra contra la rebelión de los moriscos en las Alpujarras, tuvo un rol muy destacado en la citada batalla, destacando por su valor a bordo de la capitana de Luis Requesens. 

El regreso victorioso del Conde del Castellar y de todos los visueños que lo acompañaron se convirtió en una jornada de fiesta y júbilo, colocándose, en acción de gracias, un azulejo con la imagen de la Virgen del Rosario en una de las paredes del Palacio condal de esta villa. Del mismo modo, sirvió de impulso para la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, cuyas primeras referencias documentales son de 1579, tan solo ocho años después de tal batalla. 

La heroicidad del Conde del Castellar, calificado por Argote de Molina como “soldado muy valiente y generoso”, y de sus fieles vasallos visueños traspasó fronteras, recibiendo la Parroquia de Santa María del Alcor una Bula del Papa Pío V, Santo Padre que fue canonizado en 1712. Dicho documento, que debería ser generosamente donado y ocupar un lugar preminente en el nuevo Archivo Histórico Municipal, destaca el rol del conde en Lepanto, quién “se manifestó como acérrimo defensor del nombre cristiano, se comportó con fortaleza y dignidad…” Por ello, el Papa concedió a la Parroquia del lugar de El Viso “indulgencia plenaria y remisión de todos sus pecados, a todos y cada uno de los fieles de ambos sexos, verdaderamente arrepentidos y confesados, que cada año, el día tercero después de la Resurrección de N.S. Jesucristo, desde las primeras vísperas hasta la puesta del sol inclusive del mismo día, hubiesen visitado la citada Iglesia…” “Y mandamos que estas indulgencias habrán de existir y ser tenidas como válidas perpetuamente a favor de los mismos fieles de Cristo, no debiendo impedirlo ninguna revocación de indulgencias, alteración o derogación por los Romanos Pontífices, nuestros sucesores y por la Sede Apostólica, o por cualquier causa o hechos canónigos que hoy, o en el futuro, acaecieren”. En definitiva, el Viso del Alcor goza, desde el último tercio del siglo XVI, de un Jubileo, del mismo modo que Santiago de Compostela, Liébana, Urda o Caravaca de la Cruz, hecho, que conjuntamente con la gesta de aquellos visueños que acompañaron a su Señor en la batalla de Lepanto, debería ser explotada turísticamente y suficiente conocida y recordada por las generaciones venideras.

Para terminar este artículo, comentar que Fernán Arias de Saavedra fue recompensado con el alto honor de ser Mayordomo del príncipe heredero, el futuro Felipe III. Por otro lado, contrae segundas nupcias con doña Beatriz Ramírez de Mendoza, heredera del Marquesado de Rivas, en febrero de 1585. De este enlace, nacieron cuatro chicas (únicamente sobrevivieron dos) y dos varones, Gaspar Juan y Baltasar. El héroe de Lepanto falleció en 1595, siendo enterrado en la Capilla Mayor de la Iglesia de El Viso del Alcor. La viuda tuvo que hacer frente a las numerosas deudas de su marido y de suegro, teniendo un papel muy destacado en la corte de Felipe III en el plano político, intrigando contra el Duque de Lerma (valido u hombre de confianza del monarca), y religioso, impulsando la reforma de la Orden de la Merced y fundando tres conventos, uno de ellos el de Corpus Christi en nuestro pueblo, junto a su heredero, Gaspar Juan Arias de Saavedra, V Conde de Castellar, cuyos restos descansan para la eternidad en tal bello templo. 

MARCO ANTONIO CAMPILLO
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