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Marco Antonio Campillo | Viaje en el tiempo: descubrimiento de una placa paleocristiana

¡El Viso no tiene Historia!

¡En El Viso no hay na!

Estas expresiones se escuchan frecuentemente en el corazón de Los Alcores, pero ¡nada más lejos de la realidad! Las venas y arterias de El Viso del Alcor están repletas de Historia y de vestigios de nuestro pasado, tradicionalmente ignorados, maltratados y, en muchas ocasiones, destruidos. Uno de estos vestigios de tiempos remotos salió a la luz el pasado uno de junio, coincidiendo con la peregrinación al Rocío. El descubridor fue José Antonio Bonilla Espinosa, quién durante una excursión escolar, se percató de una pieza cerámica interesante y tuvo la generosidad de compartirlo con la Asociación Cultural Fuente del Sol, quién estudió la placa y la puso en conocimiento de la Delegación de Cultura, para su custodia, conservación y protección. La actitud de José Antonio, tal como afirma el Colectivo Solano “es todo un ejemplo de comportamiento ciudadano en relación al patrimonio público para su cuidado y conservación, frente a esas otras actitudes egoístas que destrozan lo de todos o lo expolian y lo acaparan exclusivamente para si mismos”.

José Antonio Bonilla y su hijo Ángel




Miembros de Fuente del Sol: Antonio Roldán, Armando Rueda y

Marco Antonio Campillo



 

El lugar del hallazgo fue en un sitio público, el Parque de la Muela, en el área de influencia de la Villa de la Estación, que debió contar, según se puede deducir de los escasos restos encontrados, de lujosas estancias decoradas con mármoles de colores y mosaicos, termas, molinos, necrópolis, alfares, etc., y, posiblemente, su propia iglesia cristiana o basílica. 



La pieza es una placa de barro cocido cuadrangular con relieves realizados a molde y de unas dimensiones considerables: 41 cm de longitud, 37,5 de ancho y 4 centímetros de grososr. En el centro, destaca una protuberancia piramidal cruciforme, en forma de estrella o cruz, que sobresale unos 3 cm de la superficie de la placa. De las cuatro aristas de la pieza central parten tallos hacia las esquinas, que acaban en una especie de decoración vegetal, coronados por triángulos en las esquinas. La decoración está enmarcada por una doble moldura cuyo espacio central presenta dientes de sierra.

Existen dos ladrillos idénticos, y otros cuatro similares, en la Colección Alhonoz en Écija, aunque éste va a tener la particularidad que va a poder contemplado de forma pública y gratuita en su lugar de origen.

Referente a su cronología, tampoco aparecen elementos que nos permitan definir con mayor concreción su datación, aunque comparado con otras placas similares se puede encuadrar en la época tardoantigua, entre los siglos IV y VII.

Su funcionalidad no está del todo clara, estableciendo los historiadores especializados varias hipótesis:

- Por una parte, hay autores que adscriben su uso al mundo funerario, es decir, actuando como tapaderas de las propias tumbas o como revestimiento de fosas o sarcófagos. A favor de esta teoría estaría que nuestra placa ha aparecido relativamente cerca de las tumbas que aparecieron tras las fuertes lluvias de 2010 (una parte de los restos de una de ellas se conservan en el Centro cultural Convento de Corpus Christi.

- La segunda propuesta es aquella que defiende que estos ladrillos fueron destinados a ornamentar los espacios sagrados, especialmente los templos: utilizados directamente en paramentos, actuando como verdaderas placas; también en cubiertas, concretamente como casetones de bóvedas o a modo de pavimento. Ya San Isidoro de Sevilla (siglo VI-VII), en sus Etimologías, se refiere a éstas como elementos ornamentales de los edificios de culto cristiano, tanto para las paredes, como para los techos o los pisos. De estas posibilidades, existe cierto consenso entre los investigadores en señalar su uso preferente como decoración de los casetones de las cubiertas planas de madera. La protuberancia central cruciforme de la pieza en cuestión formaría un juego de luces espectacular cuando los fieles, a la luz de las velas, miraran hacia el techo.



- La tercera propuesta admite los mismos posibles usos que la anterior, pero extensibles para el ámbito civil no siendo exclusivos del mundo sacro y funerario.

Ahora bien, no todos los ladrillos o placas disponen de la misma morfología y tamaño, por lo que, además de existir talleres locales (entre ellos el ubicado en El Viso) puede indicar que cada uno de ellos tenga una funcionalidad determinada.

Como conclusión, queda mucho por conocer e investigar de esta magnífica pieza, pero lo que es totalmente demostrable que El Viso tiene un Patrimonio de gran potencial y valor, que debemos conocer, proteger y legar a las generaciones venideras. 




MARCO ANTONIO CAMPILLO
FOTOGRAFÍA: FUENTE DEL SOL



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