A finales de los años 20 del pasado siglo, nuestro pueblo experimenta ciertas mejoras de carácter urbanístico, es el caso, por ejemplo, de la desaparición del paseo que había en la entrada de la calle Real que fue convertido en calle porque “asfixiaba” el discurrir de los escasos vehículos, en concreto unos veinte pertenecientes a las personas más pudientes, es el caso de Carmen Jiménez Jiménez que poseía un Hispano Suiza y un Fiat, todo un lujo para aquellos tiempos.
En
estos mismos años asistimos a la aparición del primer surtidor de gasolina que
se ubica en la entonces carretera Madrid- Cádiz, concretamente en la esquina
entre plaza de la Recovera y Corredera.
Sin duda alguna hoy sería impensable ubicar este tipo de estructura en dicho
lugar, pero tenemos que pensar que entonces era prácticamente el final del
pueblo.
En
estos años, que coinciden con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1929), el
Ayuntamiento solicitó y le fue concedido un préstamo por parte del Banco de
Crédito Local de 300.000 pesetas que serían pagadas durante cincuenta años.
Este dinero fue destinado a la mejora y modernización del mercado de abastos
(1907), la construcción de un grupo escolar (que no se construyó) , obras para
instalar y adecentar el que entonces era el Ayuntamiento, un edificio muy
pequeño y antiguo y algunas otras obras de consideración.
Asistimos
además al ensanche de algunas calles, es el caso de la conocida entonces como
Regina y en la actualidad Cervantes, por lo que el Consistorio compra una casa
para darle el ancho que tiene en la
actualidad. De esta manera daba salida a las aguas pluviales que desde la
Corredera bajaban buscando el arroyo de la entonces calle Nueva.
En
esta misma línea compró una casa en la calle Rosario para comunicarla con el
callejón del Calvario (Jesús Nazareno). Sin duda alguna esta comunicación era
crucial, pues no podemos olvidar que el matadero municipal estaba junto al
Calvario, y que en aquellos años, muy posiblemente el itinerario de Semana
Santa experimentara un cambio.
Y
como es lógico, son años en los que la política, desde mediados del XIX, lleva
a cabo modificaciones en el nomenclátor de calles y plazas, por lo que no es de
extrañar que la que hasta entonces recibía el nombre de plaza de Cánovas, pasase
a llamarse plaza de Primo de Rivera.
En
estos años de cierta euforia que terminará con la que se ha calificado como “Gran
Depresión” se nombra a los primeros hijos adoptivos de la localidad (por lo menos
de los que se tiene constancia), es el caso del diputado provincial D. Carlos
Delgado Brackembury y a D. Pedro Gutiérrez Calderón, Alcalde de Alcalá de
Guadaíra. Dicho nombramiento estuvo motivado por su contribución al
nombramiento de nuestro Ayuntamiento con el calificativo de Excelentísimo, por
ello se rotuló la calle Real con el nombre de Alfonso XIII, en agradecimiento
al rey.
Pero
uno de los grandes cambios que intentó llevar a cabo el Ayuntamiento, tal vez
por influencia de las nuevas tendencias urbanísticas, es la creación en la
continuación de la Corredera y hasta la raya del término de una gran avenida con
viviendas ajardinadas en su fachada, de esta manera se configuraría una hermosa
avenida con lo que entonces se denominaba como “ciudad jardín” y de la que
quedan algunos restos.
En
esta arteria principal, en los años cuarenta, se construyó el cine que llevó el
nombre de “Cine Jardín”, precisamente porque delante del mismo había una zona
ajardinada y que ha desaparecido al construirse un bloque de viviendas, el
edificio Jardín, donde había una gran palmera que fue trasplantada en la mejor
época para una planta tropical, en enero.
Sin
duda alguna, fue un intento dignificar la entrada de nuestro pueblo, pero la
especulación urbanística y la desidia de las autoridades municipales lo han
impedido. Esperemos que las escasas viviendas ajardinadas que han perdurado lo
hagan para siempre y no sean fagocitadas por la brutal especulación urbanística
que todo lo puede.
Esta
avenida no era más que la prolongación
de la Corredera o, mejor dicho, de la entonces conocida como Avenida de Queipo
de Llano, de ahí que en febrero de 1953, se lea en el pleno municipal celebrado
el día 23, una comunicación de la Marquesa de Villapanés en la que proponía que
el pueblo se consagrase al Sagrado Corazón de Jesús y se rotulase con el nombre
de Cristo Rey. Ante la petición, el Ayuntamiento decide rotular la prolongación
de la Avenida Queipo de Llano con el nombre de Avenida de Cristo Rey. Años
después, la primera corporación municipal surgida de las primeras elecciones
municipales tras la dictadura, la rotula como “Avenida de la República de Nicaragua”, para
ser bautizada en septiembre de 2022 como “Avenida del 12 septiembre”.