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Marco Antonio Campillo | Un té con Bonsor

El tapiz multicolor de la Vega fue cambiando al ritmo de las estaciones un año tras otro, dando paso a una sucesión de campos dorados y espolones calcáreos tamizados por la luz de la Luna.


Los astros se alinearon y Caronte viajó al inframundo para traer de vuelta, por unas horas, al arqueólogo Jorge Bonsor, setenta y dos años después de su muerte.

Después de habituarse un poco a la nueva realidad del siglo XXI, tuve la oportunidad de realizarle una entrevista. Para ello, lo invité a la Cafetería Koski, en El Viso del Alcor.

Don Jorge llegó a la cita en una antiquísima bicicleta. Tenía un aspecto de un hombre de unos cuarenta años, lo que me sorprendió, pues falleció en 1930 a la edad de setenta y cinco. Su aspecto era elegante, vistiendo un traje negro, camisa blanca y pajarita. Sus cabellos eran color azabache, la frente despejada, su gesto serio con mirada penetrante y lucía un gran mostacho negro. 

Tras las presentaciones oportunas, y dar cuenta de un humeante té y unas exquisitas tortitas con nata a las cinco en punto, pude comenzar, con gran emoción y algo de nerviosismo, la entrevista de mi vida. 
- ¡Buenas tardes, don Jorge! Es un placer poder entrevistarle.

- ¡El placer es mío! He podido abandonar mi húmeda y fría morada eterna en el cementerio de Mairena del Alcor, aunque sea por un breve lapso de tiempo- comentó con una tibia sonrisa y un fino acento inglés.

- ¿Dónde nació usted? ¿Quiénes eran sus padres?

- Nací en la ciudad francesa de Lille el 30 de marzo de 1855. Mi padre se llamaba James Bonsor y era un ingeniero inglés que trabajó en las minas de cobre de Riotinto, destacando por la instalación en Sevilla y Cádiz de la fábrica de gas para el alumbrado público. Mi madre, Pauline Saint Martin, era francesa y murió a temprana edad, por lo que pasé mi infancia en casa de mis tíos en Seaboroug Court, Inglaterra.


- ¿Cuál fue su formación?

- Siendo joven viajé por Europa acompañando a mi padre, permitiéndome dominar varios idiomas. Además recibí una esmerada educación en diversos centros de Europa, estudiando Bellas Artes en Londres, Bruselas y en la Deutsche Shule de Moscú.

- ¿Cómo descubrió España?

- Recién licenciado en Bellas Artes por la Academia de Bruselas, e hipnotizado por la imagen romántica que se tenía de España en la Europa decimonónica, llegué en 1879, con tan solo 24 años, con el propósito de buscar nuevos temas de inspiración para mi pintura.

- ¿Y Los Alcores?

- Antes de trasladarme definitivamente a Los Alcores. tuve breves estancias en Burgos, Madrid, Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada y Marruecos. Sin embargo, aconsejado por mi padre, visité la ciudad de Carmona. ¡Fue amor a primera vista! Embrujado por sus monumentos, paisajes y costumbres, decidí instalarme allí, siendo conocido como el pintor inglés.

- ¿Por qué decide hacerse arqueólogo?

- Acompañado por Luis Reyes “Calabazo”, recolector de plantas medicinales y buscador de antigüedades, visité la Tumba del Banquete. Fue la fuerte impresión que me produjo penetrar en esta cámara funeraria y contemplar sus portentosas pinturas cubriendo la totalidad de la superficie de sus paredes la que me hizo decidirme, conmovido, a consagrar mi vida a la arqueología.

- ¿Cómo decidió comprar los terrenos de la Necrópolis de Carmona?

- Los hallazgos de numerosas tumbas en la zona eran vox pópuli, por lo que me asocié con un gran erudito local, el farmacéutico Juan Fernández López para la compra de los terrenos en 1881, donde descubrimos y excavamos la necrópolis romana y el anfiteatro entre 1882 y 1885. Dichas excavaciones se prolongaron hasta 1905.

- ¿Cuándo se empezó a fraguar el Museo de la Necrópolis y se funda la Sociedad Arqueológica de Carmona?

- La Sociedad Arqueológica de Carmona la fundé junto a los hermanos Fernández López, el reverendo Sebastián Gómez y el comerciante Antonio Ariza en 1885, teniendo como objeto el estudio de todo cuanto se relacionase con la arqueología y la historia local, para cuyo efecto haría excavaciones, excursiones y toda clase de investigaciones históricas. 

El  museo de la necrópolis, en cambio, el primero de este tipo en España, se comenzó a construir el 2 de abril de 1887, teniendo allí su sede la Sociedad Arqueológica de Carmona.

- Don Jorge, siguiendo la estela de la primera excursión de dicha Sociedad a la Motilla de Alcaudete, tres jóvenes soñadores (Blas Jiménez, Vidal Prieto y un servidor) la volvimos a realizar en julio de 2008, siendo el germen de la Asociación Cultural Fuente del Sol. Como curiosidad, las primeras Jornadas de Historia de El Viso del Alcor la dedicamos a su figura, concretamente en 2010, ochenta años después de su fallecimiento.

- ¡Todo un honor!

- ¿Cuándo se instala en Mairena del Alcor?

- Compré las ruinas del castillo en 1902 por la cantidad de 2000 pesetas, con el objeto de instalar mi residencia y convertirlo en un museo. Reconstruí sus torreones medievales, rehabilité sus vetustas murallas, abrí una nueva puerta de acceso hacia la Vega y construí un pabellón entre las dos torres que protegían el cuerpo de guardia. Empecé a vivir en mi nueva residencia en 1907, tras la boda con Gracia Sánchez Trigueros.


- ¿Cómo puede resumir sus excavaciones en Los Alcores?

- Durante más de cincuenta años realicé una incansable investigación arqueológica, centrándome fundamentalmente en la comarca comprendida entre los ríos Corbones y Guadaira, donde destacaron mis excavaciones en la necrópolis de Carmona, en los monumentos funerarios de Gandul, en la Cruz del Negro, Alcaudete, Acebuchal, Alunada, Santa Lucía, entre otros, situando a Los Alcores en primera línea de la investigación arqueológica en España y en Europa.

- ¿Qué otros trabajos arqueológicos realizaron?

- Mis investigaciones arqueológicas no sólo se centraron en esta zona, pues abarcaron gran parte de Andalucía occidental (coto de Doñana, valle del Guadalquivir, Bolonia, …), incluso trabajé en el suroeste de Inglaterra.

- ¿Cómo puede definir su metodología?

- Mi labor arqueológica era metódica e infatigable. Solía trabajar instalando dos grandes tiendas de campaña a pie de la excavación. Me despertaba todos los días un poco antes de las cinco. A las cinco ponía a hervir el agua para hacer el café. A las cinco y media, el agua hervía; me levantaba a las cinco cuarenta y cinco, y el café estaba ya listo. A las seis, los hombres concluían de tomar el café y se iban a trabajar. Es entonces cuando escribía cartas, notas, etc. A las siete me arreglaba. A las ocho, iba a ver los trabajos...

- ¿Qué opina que sea considerado uno de los pioneros de la arqueología española?

- ¡Es una gran satisfacción! Contribuí a la consolidación de la Arqueología como disciplina científica y me codeé con la élite arqueológica del momento. Empleaba un método plenamente científico: representación gráfica, uso de la cartografía, utilización de fotografías, análisis de la flora de los yacimientos,… Además, fundé dos museos, el de la necrópolis de Carmona, que es el primero de este tipo que ha existido en España, y el del Castillo de Mairena del Alcor, donde reuní  mis colecciones arqueológicas, pinturas y  distintos objetos de artesanía popular.

- ¿Cuáles han sido los temas más frecuentes de sus investigaciones?

- Aunque mis primeras actividades arqueológicas tuvieron como marco el mundo hispanorromano con la excavación sistemática de la necrópolis romana de Carmona, mis temas más frecuentes fueron el colonialismo fenicio y en general la arqueología protohistórica del Bajo Guadalquivir.

- ¿Y Tartessos?

- Fui el primero en tratar de definir arqueológicamente la cultura tartésica, precisando su cronología, definiendo su delimitación territorial y su cultura material, así como sus costumbres funerarias.  Los materiales que exhumé en los Alcores son de gran importancia, contribuyendo de manera significativa al conocimiento y definición de la cultura tartésica, incluso de manera más decisiva que el arqueólogo Shulten.


- Sus detractores, en cambio, se quejan de su confusión, ambigüedad, falta de rigor o parcialidad, aparte de sus ventas de materiales a la Hispanic Sociey of América en Nueva York.

- ¡Son unos mentecatos y unos ignorantes! Las ventas que realicé a esta institución se produjeron entre 1905 y 1910, estando permitidas por la legislación española sobre exportación de antigüedades. Las ventas fueron interrumpidas en 1911 cuando cambió la normativa al respecto- comentó malhumorado.

- ¿Qué opina de la Tablada, el yacimiento más destacado de El Viso del Alcor?

- La Tablada es un recinto amurallado donde tuvieron que refugiarse los íbero-celtas o turdetanos de los ataques de los cartagineses y estos últimos de los romanos en la segunda guerra púnica. La gran importancia de su principal necrópolis, donde se encontraba un grupo importante de monumentos funerarios compuestos por catorce motillas, cuyas alturas oscilaban entre 1,50 y 6 metros es una señal inequívoca del gran papel que desempeñaría esta ciudad en el valle del Guadalquivir. Recuerdo perfectamente que la visité con Schulten en 1910. 

Perdone, tenemos que ir terminando la entrevista; es hora de volver- comentó Bonsor, mientras su cuerpo se iba haciendo translúcido.

- ¡Sí, claro, Don Jorge! Una última pregunta. ¿Cree usted que su labor fue reconocida en vida?

- Buena pregunta. En líneas generales, sí. Fui miembro de las Academias de la Historia, de San Fernando y de la Hispanic Society of América. También fui nombrado Hijo Adoptivo de Carmona en 1927, así como Director de la sección arqueológica de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Recibí, además, la Gran Cruz de Alfonso XIII en 1930 al donar al Estado la Necrópolis de Carmona y su Museo. Además, mi segunda esposa, Dolores Simó, tras mi fallecimiento, veló por la conservación de mi legado. Sin su labor, gran parte del mismo se hubiera perdido.

- ¡Muchas gracias. Don Jorge, por dedicarme su tiempo en esta situación excepcional!

- ¡He pasado un buen rato repasando mi vida y mi obra!

Acto seguido, se levantó con rapidez, se montó en su vieja bicicleta y su silueta se perdió en el horizonte. 

PD: Idea original de mi amigo, Vidal Prieto Pineda. 


MARCO ANTONIO CAMPILLO
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