Este relato personal es extenso y lo comparto en Facebook principalmente para preservarlo en el baúl de la red social y poder abrirlo en el futuro rememorando así el evento. He de confesar que me gusta escribir y no guardo nada para mí. En ocasiones, Facebook me recuerda algo que redacté hace años, lo cual siempre resulta interesante.
El pasado día 1 de julio celebré mi 70 cumpleaños. Fue un día muy especial para mí. Cuando cumplí los sesenta lo celebré por todo lo alto. Nunca creí que llegara a celebrarlo. En junio de1986, cuando contaba con 32 años, murió mi padre, al que tanto quería, de cáncer de pulmón. Durante los nueve meses que soportó la terrible enfermedad lo acompañé a todas sus citas médicas. En una de ellas el oncólogo, mirándome fijo a los ojos, me preguntó si fumaba. Le respondí afirmativamente y sin apartar su mirada me lanzó un dardo brutal:
- Tu abuela cáncer de pulmón, tu
padre también. ¡Tienes todas las papeletas!
Por supuesto, aunque en varios
intentos y con mucho esfuerzo, dejé de fumar. Aquel momento y aquella amenaza
han acompañado mi vida desde entonces. Cuando tenía 58 años falleció de
cáncer de páncreas mi mejor amigo. Teníamos la misma edad. Hace poco
tiempo también fallecieron dos amigas más jóvenes que yo, ¡Y cómo duele! Por
eso cumplir años y sobre todo en el comienzo de las décadas son como
metas que consideraba inalcanzables y por eso las disfruto
sobremanera.
Quería hacer una celebración distinta en mi 70 cumpleaños y compartirlo con todas aquellas personas que me han acompañado en la aventura de la vida desde mi nacimiento. La empresa era ardua porque hay que romper con los esquemas convencionales de las celebraciones al uso. La lista se me iba a más 600 personas con las que de una u otra forma había tenido una estrecha relación. Amigos de la infancia, de la juventud, de mayor, de barras de bar, vecinos de la casa y de la huerta, gente que ha trabajado conmigo en el campo, compañeros de estudios de la escuela, del instituto, de la carrera, jugadores de Los Estudiantes, equipo en el que jugué durante más de 20 años, colegas amigos que han compartido centros educativos (Gil López, Juan Carlos y Blas Infante), clientes y colaboradores en los negocios que he participado, representantes de Asociaciones a las que pertenezco, alumnos y sobre todo la familia.
Follas y Chochales (49 y 13 primos hermanos respectivamente). Mis hermanos, sus parejas y sobrinos. Consuegros y cuñados con sus hijos. Pensando en el espacio de celebración me llevé muchos meses recortando y calculando para dejar el número en torno a 250 atendiendo a criterios de proximidad a la edad, tiempo compartido o agradecimientos por detalles que no se olvidan. Sabía que por la fecha (vacaciones y calor) iba a haber algunas bajas y que otros vendrían poco tiempo para cumplir como había sugerido en la invitación.
El lugar de celebración lo tenía claro: mi huerta. En la comida quería que primaran los productos ecológicos de cosecha propia. Al igual que nuestras abuelas que criaban animales en el corral tenía apartado todo para el evento. Necesitaba los cocineros. Seguro que no me fallarían. Sabía que mi amigo Antonio "Gorrión" era un especialista en caldereta de borrego, así que le pedí que cocinara los dos borregos que tenía preparados. Mi hermano haría dos chivos fritos en perol. Mi amigo Antonio Guerrero que hace tiempo cambió los electrodomésticos por las sartenes, como buen cazador haría al ajillo los doce mejores conejos que tenía. Rodri, Manolito y Jesuli se encargarían de mi especialidad las tortillas de patatas, dos de 40 huevos cada una; simple y otra con chorizo y verduras.
Mi Alcora un potaje de 12 kilos de garbanzos y una olla de pringá. 4 kilos de los mejores chicharrones de pella de Andalucía de mi compañero de gimnasio el Niño Monterito. Aceitunas del olivo gordal que tengo junto a la piscina. Altramuces de un productor ecológico. Mi hijo Jose Joaquín haría una paella y hamburguesas de 20 pollos tomateros, mi Alicia ensaladilla y mi Ana, que vivió mucho tiempo en Canarias, papas arrugás con mojo picón, 3 litros del verde y 3 litros del rojo hechos por su amigo canario Tana. Un buen lebrillo de barro para hacer un sopeao mairenero mi prima Mari Loli y su marido el Fercu, Mi amigo y compañero del instituto Yuste verduras a la plancha, Mi amiga Mari Carmen, mi hermana chica y mi mujer tartas de manzanas.
Mi hermana Merchi, 3 calabazas en dulce como las hacía nuestra abuela
macerándolas en el agua de cal. Dos cajas de pimientos (italianos y
california), media de pepinos, 2 cajas de tomates de distintas variedades,
media caja de berenjenas 6 cartones de huevos para freirlos. 20 chorizos
frescos de Fernando la Anita, 10 kilos de salchichas de Dialcosan para la
plancha. Latas de caballa, de melva, de sardinillas y de anchoas para preparar
pinchos con el cubo de pimientos asados, con tomates o con aguacates. 400
bollitos y 30 barras de pan. Cincuenta litros de zumo de naranja de los
Alcores. Varias cajas de frutas (kiwis, melón, sandía, peras, manzanas, paraguayos,
damascos, melocotones, de los que comercializamos) `para hacer brochetas,
batidos y zumos.
En la invitación y en el recordatorio sugerí que me gustaría que la fiesta fuera interactiva y que los muchos y distintos grupitos se interrelacionaran. Una fiesta ecológica sin presencia de plástico a excepción de 100 tarrinas que tenía preparadas para llevarse la comida que quedara. No quería sobras ni despilfarro. Un solo cubierto para toda la celebración y al ser posible compartir el mismo plato varios comensales.
Un dispensador de agua, cerveza de
12 marcas y distinta graduación, muchas botellas de vinos diferentes,
refrescos varios, licores, café, dos congeladores, un refrigerador, dos neveras
y el carro rojo grande de la paja para mantener frías las bebidas con hielo
picado.
No quería regalos… y casi lo
consigo. Pero el humano cuando hay una ley, un ruego, una petición le da la
vuelta a la tortilla buscando la letra “menúa” y se te presentan sin
conceptuarlo como regalo con un centro de pequeñas cactáceas, un lebrillo
para el sopeao con su maja, un libro álbum precioso de fotos de mi periplo
de maestro, un libro de agricultura ecológica avanzada, vasos de cerveza de un
afamado y cerrado local de El Viso, una tabla de mesa artesana de varios
listones de madera ensamblados, la contratación del "disjoquey" de la
familia para amenizar la tarde, una paleta de jamón que decían los que la
traían que solo era para ellos y otro de la misma banda 10 litros de manzanilla
para él, una tarjeta de felicitación,
unos folios con el principio y el fin de mi participación en el equipo de
fútbol de Los Estudiantes, un pergamino con un texto precioso, una jarra de
porcelana con foto grabada de tres amigos en el Calvario en Semana Santa, un
azulejo placa con la foto y texto entrañable de la Huerta Vieja, el regalo
inmaterial de cantarme un fandango de Lucena mi amigo Antonio Mellado después
de soplar las velas y el resarcimiento de mi amigo Diego Pavón que no me dio la
chocaura en mi boda y aprovechó la ocasión para entregármela después de 46
años, 300 pesetas en billetes de la época. Aproveché las palabras al apagar las
velas para devolverle a un alumno su examen final de curso de principios de los
años 80 que tenía guardado como el mejor que he corregido en mi labor como
maestro.
Casi todo salió como tenía previsto.
Siento la mucha fruta que no se ha consumido con lo sana que son. Creo que
todos se lo han pasado bien y yo supersatisfecho. Esto no hubiese sido posible
sin la ayuda de mi mujer, de mis hijos y de los amigos que colaboraron en todo
y eso que un principio mi familia era reacia a este tipo de celebración. Las
sombrillas, las carpas, las sillas y las mesas casi todo prestado por
familares y amigos. Lo bien que dejó el toldo grande el Pepino. Me han
venido muy bien la olla grande para las papas y el ventilador. Para combatir el
calor teníamos un aparato refrigerador de aire evaporativo, otro ventilador, 12
nebulizadores en alto rodeando todo el recinto de la celebración y la piscina.
No hay mayor satisfacción que ver
cómo todos se han volcado conmigo. Lamento no haber tenido más tiempo para conversar
ampliamente, a pesar de no haber parado durante las más de 16 horas que duró la
celebración.
Ha sido muy emotivo el encuentro con
mis familiares, amigos y compañeros, pero ha habido dos momentos en los que no
he podido evitar el nudito en la garganta, al ver que mi primo Juan María
Martín, convaleciente de su enfermedad se presenta con su mascarilla para
felicitarme y las palabras que me dirigió mi hermana Mari Reyes. En ambos casos
me quedo sin vocabulario para expresar la magnitud de mis emociones.
Muchas gracias de corazón a todos
los que me habéis hecho tan feliz en este día tan especial y lo que os prometí…si
cumplo los ochenta nos vamos todos de crucero; aunque sea un paseíto por el
Guadalquivir.