Los molinos de aceite o
almazaras formaron parte importante del paisaje urbano de pueblos y ciudades
hasta tiempos relativamente recientes, más si tenemos en cuenta que, junto a la
vid y al cereal, el olivo fue un elemento esencial en el desarrollo de las
comunidades urbanas del Mediterráneo. Estos molinos, con la llegada de la
industrialización, desaparecieron prácticamente del entorno urbano y quedaron
relegados al entorno rural, a las haciendas de olivar.
Según el Catastro de
Ensenada (1751) había en nuestro pueblo dos molinos aceiteros cuyos
propietarios eran eclesiásticos, lo que nos puede hacer una idea de la
importancia que tenía ser propietario o beneficiario de este tipo de industria,
al igual que ocurría, por ejemplo, con los molinos harineros. Estos dos molinos
eran el conocido como “de los frailes” y el de la capellanía que fundó D.
Toribio de León.
En 1761 había un tercer molino propiedad de Alonso Jiménez Tamariz, rico propietario de la localidad.
El
denominado “molino de los frailes” era propiedad del Señor de la Villa desde una
época imprecisa, muy posiblemente desde el siglo XV. En el año 1643, Fernando
Miguel Arias de Saavedra concertó su venta con los frailes mercedarios descalzos
de la villa. A este respecto hay que decir que la venta fue posible porque el
molino estaba fuera del mayorazgo y, por lo tanto, era un bien libre y no
vinculado. La venta se estableció en 20.000 reales, siendo el rédito anual de
1.000 reales. Sin embargo, El 22 de mayo de 1658 don Luis de Saavedra otorgó
poder a Juan de Ozaeta para que concertara el rédito del molino en 500 reales
anuales y la celebración de cien misas rezadas y seis cantadas. El tributo se redujo
a 300 reales en el siglo XVIII.
El
molino estaba situado a la salida de la calle Real, lindando con el camino que
de la villa salía para Sevilla (y con el que se dirigía a la ciudad de Carmona).
Dibujo que representa el molino de los frailes (plano de El Viso de mediados del XVIII)
El
molino estaba compuesto por dos edificios, uno para la piedra, que era donde se
molía la aceituna gracias a la tracción animal, de ahí que estemos hablando de
un molino de sangre; en el otro estaba la viga que servía para ejercer la
máxima presión sobre los capachos colocados uno encima del otro, de esta manera
se obtenía el aceite por prensado que pasaba al proceso de decantación por el
que se separaba el aceite del alpechín.
Como contrapeso a la presión que ejercía la viga tenemos que destacar el principal elemento de estos molinos: la torre que, aunque hueca en la parte de abajo, era maciza en la parte superior al servir de contrapeso. Como elementos secundarios tenemos que hacer mención a la caldera y al almacén con grandes tinajas de barro enterradas en el suelo.
Sin
duda alguna estamos ante lo que podemos denominar como una de las joyas de las propiedades
del convento, que poseía además unas 20 aranzadas de olivar repartidas en
pequeñas parcelas, tanto en el término de El Viso, Mairena o Carmona. Esto va a
permitir, junto a los estipendios por misas y otro tipo de donaciones, vivir a
los frailes con cierta comodidad, por lo menos hasta bien entrado el siglo
XVIII.
En
1791 un vecino solicitó un solar justo al lado del molino y los frailes
ejercieron toda su influencia hasta que consiguieron que la concesión fuese
revocada al argumentar que por el solar pasaba tanto el desagüe como el
alpechín de este. Esto hizo que el solar fuese concedido a los mercedarios, quedando
los mismos con la obligación de pagar al Señorío los tres reales que el mismo
exigía, cada vez que se hacía la concesión de un solar a un vecino. No sabemos
hasta cuando estuvo en funcionamiento el molino, ni los avatares que corrió
desde el último tercio del siglo XVIII. No volvemos a encontrar referencias
sobre el mismo hasta el año 1942, fecha en la que se ponen en funcionamiento en
la villa cuatro almazaras, estando una de ellas situada en la calle Feria nº 2. El viejo molino de los
frailes también conocido como del marqués fue derribado por completo en el año
1988.
En
cuanto al molino de la capellanía que fundó Don Toribio de León, lo gozaba a
mediados del XVIII don Francisco Mellado, presbítero de Mairena. Estaba situado
en la calle Cantarranas, o mejor dicho entre esta calle que es la actual calle
Tren y la calle Alpechín, muy posiblemente en la que hoy es casa nº 15 de la
calle Tío Pinto. El molino estaba compuesto “de
una viga, la cuadra de ella, la de la piedra y doce trojes para la aceituna “.
En esta misma calle han aparecido recientemente restos de una edificación que
muy bien pudieran ser restos de un molino que cronológicamente podemos situar a
fines del siglo XV. Este molino facilitaba cierta cantidad de dinero al
eclesiástico que quedaba obligado a cumplir con lo que el testador había
dispuesto en sus últimas voluntades.
Por lo que respecta al molino de Juan
Jiménez Tamariz, hay que decir que estaba construido en la huerta que fue
propiedad de Juan de Ozaeta Gobernador y Alcaide de la villa en la segunda mitad del
siglo XVII. Estaba situada “a la salida
de esta villa junto al molino de aceite (de los frailes) y a la entrada del
camino de Sevilla”. Dicha huerta la vendió Juan de Ozaeta en 1675 a José
Ruíz y a Antonio Jiménez. Se trataba de una huerta de “arbolado y solería, con su pozo, noria y con su rueda corriente, casa
de teja y todo lo demás que de los vallados adentro le pertenece a la salida de
la calle Real de esta villa por bajo del molino de aceite del convento del
Corpus Christi de ella. Linde por el lado derecho con el camino que sale para
la ciudad de Sevilla y con los olivares de dicho convento y otros linderos”.
Plano de El Viso donde se
señala el lugar donde estuvieron los molinos de Juan Jiménez Tamariz y el de
los frailes, en la calle del Molino (después de la Feria).