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Marco Antonio Campillo | Juan Arias de Saavedra, el Cid visueño

Juan Arias de Saavedra, conocido como “El Famoso”, fue un auténtico “Señor de la guerra”, alcanzando honra, reputación y honores gracias a sus numerosas victorias en las batallas e incursiones contra el reino nazarí. Su brillante actividad militar en la frontera se convertirá en una vía de promoción social de su linaje (de origen gallego y de escaso abolengo hasta su llegada a Andalucía) convirtiéndolo, junto a su hermano Gonzalo, en uno de los más destacados de la aristocracia sevillana, alcanzando un alto rango y preeminencia social en la Castilla del siglo XV.


El fundador del linaje sevillano fue su padre, Fernán Arias de Saavedra, “el Bueno”, quién alcanzaría gloria y fama gracias a sus hazañas bélicas en la frontera en el primer tercio del siglo XV. Fue alcaide de Utrera, del castillo de Triana y de Cañete la Real, enclave fronterizo de gran importancia estratégica. Su hazaña bélica más famosa es el ataque a Ronda y Setenil con muy pocas fuerzas, 29 hombres de armas y 37 jinetes, donde tuvo que hacer frente a tropas enemigas muy superiores, y consiguiendo más de dos mil cabezas de ganado como botín. 

Don Juan Arias de Saavedra y Martel nació en Sevilla en el año 1400, iniciándose desde muy joven en la disciplina militar.  Avatares del destino lo convirtieron en el heredero de la casa solariega de los Saavedra tras la trágica muerte de su hermano mayor, Fernán, en una correría por Setenil en 1410. 

Sus éxitos militares le permitieron recibir muchos honores y distinciones del rey Juan II, Su primer nombramiento destacado fue el de Alcaide de Jimena en 1431, una vez que las milicias de Jerez tomaran la villa a los musulmanes nazaríes.  Desde este bastión conquistó la vecina villa de Castellar de la Frontera en 1434, con el adelantado Diego Gómez de Rivera, quién como curiosidad y coincidencia había sido Señor de El Viso cuatro años antes. Juan Arias se convirtió, por derechos de conquista, en Alcaide de Castellar en 1445. 

Este insigne caballero fue uno de los hombres de confianza de Juan II y un ferviente defensor de los intereses del valido D. Álvaro de Luna contra los Infantes de Aragón y la coalición nobiliaria. En pago a sus servicios y a sus hazañas bélicas, obtuvo por merced real, el 28 de junio de 1439, el prestigioso y lucrativo cargo de Alfaqueque Mayor de Castilla, cuya principal función era redimir cautivos en la frontera. 

Posteriormente, Juan II recompensó a su fiel y valeroso vasallo con la cesión del lugar de El Viso. El primer documento que se conserva de este hecho está fechado el 12 de diciembre de 1440, comenzando del siguiente modo: “Merced original hecha por el rey D. Juan el 2º a fabor de D. Juan de Saabedra, en garantia para evitar las contiendas que tenia este señor con la Villa de Carmona sobre terminos le concedio media legua de termino de otra Villa para que la tuviera por termino de la del Viso”.

El monarca lo nombró, del mismo modo, Alcalde Mayor de Sevilla en 1441 y cuatro años más tarde le concede la villa de Castellar en señorío. Posteriormente, ostentó los cargos de Corregidor de Jerez (1447) y Alcaide de Alcalá de Guadaira (1451).

Estas concesiones debieron estar, sin duda, vinculadas a su pertenencia al partido del valido don Álvaro de Luna, que en esos años gozaba de la privanza y el apoyo del rey. 

Juan Arias de Saavedra llevó a cabo numerosas incursiones en territorio granadino desde Castellar y Jimena, causando el terror entre la población islámica. Sin embrago, en una de ellas, acontecida en 1448 por tierras malagueñas, acabó en derrota, siendo sorprendido por un numeroso destacamento musulmán en el valle del Río Verde.  La mayoría de los caballeros cristianos murieron, inclusive Pedro de Ordiales, yerno de su hermano Gonzalo, y él mismo fue hecho prisionero, siendo conducido a una mazmorra de Marbella. El elevado precio del rescate, 12.000 doblas castellanas, obligó a Juan Arias de Saavedra a dejar como rehenes a dos de sus dos hijas, mientra la familia buscada la ayuda real y del concejo sevillano, donde ostentaba el cargo de Alcalde Mayor. La enorme suma pudo ser sufragada gracias a la merced que realizó Juan II sobre las alcabalas del vino y la carne en la ciudad de Sevilla, alcanzando la libertad tras dos años de cautiverio.

La emboscada de Río Verde dio lugar a un romance de la frontera debido a la fama que tuvo en su época el I Señor de El Viso y de Castellar:

Río Verde, río Verde 
más negro vas que la tinta. 
Entre ti y Sierra Bermeja 
murió gran caballería. 
Mataron a Ordiales, 
Sayavedra huyendo iba; 
con el temor de los moros 
entre un jaral se metía. 
Tres días ha, con sus noches, 
que bocado no comía; 
aquejábale la sed 
y la hambre que tenía. 
Por buscar algún remedio 
al camino se salía: 
Visto lo habían los moros 
que andan por la serranía. 
Los moros, desque lo vieron, 
luego para él se venían. 
Unos dicen: -¡Muera, muera!, 
otros dicen: -¡Viva, viva! 
Tómanle entre todos ellos, 
bien acompañado iba. 
Allá le van a presentar 
al rey de la morería. 
Desque el rey moro lo vido, 
bien oiréis lo que decía: 
-¿Quiénes ese caballero 
que ha escapado con la vida? 
-Sayavedra es, señor, 
Sayavedra el de Sevilla, 
el que mataba tus moros 
y tu gente destruía, 
el que hacía cabalgadas 
y se encerraba en su manida. 
Allí hablara el rey moro, 
bien oiréis lo que decía: 
-Dígasme tú, Sayavedra, 
sí Alá te alargue la vida, 
si en tu tierra me tuvieses, 
¿qué honra tú me harías? 
Allí habló Sayavedra, 
de esta suerte le decía: 
-Yo te lo diré, señor, 
nada no te mentiría: 
si cristiano te tornases, 
grande honra te haría 
y si así no lo hicieses, 
muy bien te castigaría: 
la cabeza de los hombros 
luego te la cortaría. 
-Calles, calles, Sayavedra, 
cese tu malenconía; 
tórnate moro si quieres 
y verás qué te daría: 
darte he villas y castillos 
y joyas de gran valía. 
Gran pesar ha Sayavedra 
de esto que oír decía. 
Con una voz rigurosa, 
de esta suerte respondía: 
-Muera, muera Sayavedra 
la fe no renegaría, 
que mientras vida tuviere 
la fe yo defendería. 
Allí hablara el rey moro 
y de esta suerte decía: 
-Prendedlo, mis caballeros, 
y de él me haced justicia. 
Echó mano a su espada, 
de todos se defendía; 
mas como era uno solo, 
allí hizo fin su vida. 

El romance es una muestra de la gran fama de este caballero, aunque es una versión idealizada, tal como ocurre en el Mío Cid, no muriendo en tierras malagueñas, si no siendo rescatado tras el pago del cuantioso rescate (otro indicio más de la importancia social del Señor de El Viso).

Los Saavedra se recuperaron pronto de este descalabro económico y militar debido a su intensa actividad en la frontera, tanto de Juan como de su hermano Gonzalo, quién alcanzaría la capitanía mayor del reino de Jaén y el título de Mariscal de Castilla.

En lo que se refiere a la vida privada. contrajo matrimonio con doña Juana de Avellaneda; de este matrimonio, nacieron Fernando o Fernán (el primogénito y heredero), Juan y cinco hijas (Leonor, Constanza, Juana, María y Francisca).

Juan Arias de Saavedra y su esposa Juana de Avellaneda fundan mayorazgo el 23 de marzo de 1456, a nombre de su hijo Fernando, incluyendo en él el lugar de El Viso (casa, castillo, vasallos, tributos y heredades) y las casas principales en la collación de San Martín de Sevilla, en cuya iglesia tenía derecho a enterramiento. 

Falleció en Sevilla en 1458, cuando preparaba una expedición para atacar el castillo de Estepona.
Sus herederos siguieron su estela, siendo nombrado su biznieto, del mismo nombre, Conde del Castellar por el Emperador Carlos V, el 10 de noviembre de 1539. 


MARCO ANTONIO CAMPILLO

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