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José Ángel Campillo | Dos hermanos separados desde el siglo XVII

El pasado 10 de marzo, Juan Manuel Borreguero y el que escribe, participamos como guías de la Asociación Cultural Fuente del Sol, en una actividad promovida por el Ayuntamiento y cuyo objetivo no era otro que dar a conocer nuestro patrimonio.


En esta ocasión participaba un grupo de caravaneros de distinta procedencia, pero he de decir que muy interesados y motivados por conocer parte de nuestra historia, pues durante todo el recorrido hicieron preguntas muy interesantes, por lo que la misma fue muy dinámica, amena y participativa.

En el discurrir de la visita,  una señora preguntó si existía alguna vinculación entre nuestro pueblo y los Condes del Castellar, pues habían salido a relucir en más de una ocasión. Tras explicarle que estos Condes fueron también señores de El Viso, la  señora, que era del campo de Gibraltar, comenzó a hablar del Cristo de la Almoraima sin saber que en nuestro pueblo tenemos al Cristo de la Misericordia, su gemelo. De ahí  el presente artículo.

Las imágenes, de comienzos del siglo XVII, y de escuela castellana, fueron encargadas por la Condesa del Castellar, doña Beatriz Ramírez de Mendoza, a un taller castellano, posiblemente de Madrid. Para que el coste de las mismas fuese el menor posible, las encargó de pasta, en este caso de pasta de palma y de telas encoladas que, en un molde, adquieren la correspondiente forma. A este tipo de imágenes se les conoce  como de “papelón” y permite realizarlas en serie, de ahí forma de “fabricar” imágenes en serie, hace que podamos encontrarlas idénticas, a no ser que rompamos el molde, tal y como cuenta la leyenda que ocurrió con el Cristo de la Expiración de la Hermandad del Museo (Sevilla), obra de similares características y cuyo molde, según cuenta la leyenda, fue arrojado al río para que no se pudieran hacer copias. 

Este tipo de imágenes resultan más baratas y menos pesadas que las de madera, por lo que su transponte resulta Al ser de pasta resultan más baratas y permiten un transporte más rápido, más si tenemos en cuenta que en esta época las carreteras prácticamente no existían  y traer dos crucificados y otros enseres desde la Corte (Madrid) hasta la baja Andalucía no resultaba nada fácil.

Las imágenes, de tamaño natural, poseen cabellera de pelo natural, corona de espinas que le dan un gran realismo lo que hace que nos sobrecojamos al estar ante su presencia, cumpliendo el principal objetivo que marcó la Contrarreforma.

A comienzos del S. XVII las imágenes fueron trasladadas con grandes dificultades desde Madrid hasta Sevilla en un carro, concretamente hasta el Convento de la Merced calzada, hoy museo de Bellas Artes de Sevilla. Es en este lugar donde los dos hermanos se separan para siempre, porque el del Viso permaneció en el referido convento  hasta comienzos de 1604, mientras que el de la Almoraima fue embarcado, en agosto de 1603, en el puerto hispalense hasta el de Gibraltar, donde a lomos de una mula fue trasladado a la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, de la Almoraima hasta que a mediados del XVII fue depositado en la capilla del lado del Evangelio del convento mercedario de San Miguel de la Almoraima. Según cuentan las crónicas, el barco sufrió la persecución de un barco de corsarios berberiscos que amenazaban el estrecho. 

Sin duda alguna, estamos ante dos advocaciones con una devoción muy enraizada a lo largo de su dilatada historia, pero que ha tomado caminos distintos en función a la idiosincrasia de cada pueblo. Así, en el caso de nuestro pueblo, el Crucificado fue colocado en un lugar cercano al altar mayor y fue la primitiva imagen que cada Viernes Santo, al alba, salía desde el convento mercedario camino del Calvario. La imagen fue sustituida en 1669 por la del Nazareno, obra de Andrés Cansino. A partir de este momento la devoción hacia el crucificado adquiere un carácter más íntimo y surge en torno al mismo una leyenda que nos habla de un intento de venderla, pero ocurrió un hecho milagroso que impidió que la imagen abandonara el convento: la cruz creció.

Por lo que se refiere al Cristo de la Almoraima, ubicado en un altar en la capilla del Evangelio del convento mercedario de San Miguel de la Almoraima, está actualmente, y desde 1971, en su santuario, en el pueblo nuevo, desde donde, cada Viernes Santo por la tarde recorre las calles, al igual que lo hace cada 3 de mayo en una romería que se celebra en su honor desde el siglo XIX. 

El cambio de la ubicación de la imagen vino motivado porque Rumasa compró la finca y el monasterio, por lo que en un principio, la imagen formaría también parte de los bienes patrimoniales de los nuevos propietarios; sin embargo, el párroco de aquellos años hizo gestiones y solicitó a la entonces propietaria, la duquesa de Medinaceli, que donase la imagen a la parroquia del Divino Salvador en el pueblo nuevo, como así ocurrió.

¿Volverán los hermanos a encontrarse?

JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO
FOTOGRAFÍA: COFRADÍAS EL VISO
ERASMO FENOY, EUROPA SUR